miércoles, junio 16, 2010

davis&cheves 11

david chávez


Levanta la mano. Más. Más todavía, debe estar por sobre tu hombro. Así. No entiendo. Así. El flujo de sangre es más lento. ¿Y? Al menos no estás ensagrentando todo. Toma, ponte esto. ¿Qué es? La piel más fina de la cebolla. Puta madre, con ustedes el doctor House se queda corto. Serrano ríe. Bil termina de colocarle la cebolla. House diagnostica, no es un curandero. Pero sabe qué medicamentos administrar. Yo río. Renata sigue insistiendo en que Serrano mantenga la mano en lo alto. Como si estuvieran pasando lista y tú dijeras presente.

Ya llegó, ya llegó: ya llegó Sergio El Bailador...

David, te buscan. ¿Quién es? No sé, un tipo. Dice que quiere hablar con David. ¿Segura que es conmigo? Mejor sal. Ok,termina de limpiar la barra y recojan los vidrios rotos; Serrano está fuera de combate por un par de horas. ¿Se le detuvo la sangre? Sí, va a estar mejor. Salgo. Recibo al hombre. Hola, ¿qué tal? Me saluda, le ofrezco un cigarrillo. Lo acepta. Entramos. Lo conduzco a la oficina de Cheves. Durante el trayecto me pregunta por él. Precavidamente contesto con monosílabos acerca del negocio, la clientela, el calor, la lluvia, el futbol. David pide que sigamos sin él durante un rato. Mira a Shilospiu, alza las cejas y lo apunta con el índice de la mano derecha, mueve los labios: "abusado, cabrón". Ningún sonido sale de su boca. Shilospiu asiente con la cabeza.

¿Y ese quién es?, parecen preguntarme todos desde la barra. Renata, a la mesa diez; Damiana, a la mesa dos. No mames, nos vamos a perder el chisme. ¿Cómo está? Bien, ya no sangra. Damiana regresa primero con la comanda: un ron, dos vodkas, dos margaritas y una tabla de carnes. Ni pedo, me perderé el chisme. Bil entra. Demora unos minutos, al igual que Damiana, en preparar todo.

Bailar jalao le gusta más...

La mesa diez quiere una pizza grande y una tabla mediterránea, dos vodkas y dos tequilas. Salgo con los tragos. Regreso. Todos siguen mirándome. Es el güey de la Dirección de Permisos y Licencias. No chingues, ¿qué pasó con José Manuel? Renunció, le dieron el cargo de dirigente en el partido. ¿Y quién es este pendejo? Uno nuevo, parece. Vendrá a revisar algo, supongo. A ver, cuando me dijeron que abriríamos el bar me prometieron que iba a ser legal. Lo es. Pinche Damiana, bájale un poco a tu paranoia, ¿sí? ¿Entonces qué hace ese güey acá? No sé, está todo en regla, se han hecho las declaraciones, tenemos todos los papeles al día, no tenemos problemas con los supervisores ni con los vecinos. Lo mejor es esperar. Llegó más gente. ¿Quién atiende a ese grupo? Yo, pero que alguien me ayude. ¿Ya dejó de sangrar? Sí. A la primera gotita de sangre te retiras. Va.

Porque tiene gracia pa' moverse con sabor...

La puerta de la oficina de David se abrió de golpe. Le he dicho que no y haga el favor de retirarse inmediatamente. Yo sólo le digo que podemos llegar a un acuerdo. Ningún acuerdo, señor mío y mejor retírese porque no quiero comprometer su reputación como usted pretende hacerlo con la mía, la de este bar, la de mis socios y mucho menos le voy a permitir que quiera hacerlo con la de mis clientes. Está cometiendo un grave error. Mire, se lo dije allá adentro y se lo repito acá afuera Y a todas les gusta cómo las mueve el señor eso se llama extorsión. Revisó los documentos, los permisos, está todo en orden. Ese pago le evitará problemas en el futuro, a menos que me los dé usted y si me está amenazando dígamelo, como yo y aquí alzó la voz le diré a mis socios, a mis clientes, que usted vino con su charolita de funcionario público del gobierno municipal a pedirme dinero a cambio de evitarme problemas. Haga usted lo que quiera, por favor retírese. Esto se sabrá y vaya que se sabrá tengo amigos y yo también los tengo vamos a ver eso estoy esperando que tenga usted un buen día.

Cheves cerró la puerta de la oficina, al tipo le sonó el celular y contestó camino a la barra. Pidió un güisqui ¿el baño? y al regresar se veía un poco más compuesto. ¿Va a pagar en efectivo o con tarjeta? Pensé que era cortesía de la casa. No señor, esa fue la que le brindó el gerente. El tipo se dio vuelta y se largó ante la vista de todos los clientes. ¡Eso es todo, pinche Damiana! La mesa de las visitas comenzó a aplaudir, luego nosotros, luego todo el bar. David salió de la oficina. ¿Y ora, por qué chingados aplauden? Nada güey, sírvete.

Bueno, ya vieron lo que quería. ¿Vamos a tener pedos? No, tranquilos. Los papeles están en regla, aquí no se hace nada ilegal. Nada de qué preocuparse. ¿Y sus amigos? Yo también tengo, no va a pasar nada. Sonó su celular. ¿Sí? sí, acaba de venir. Ya lo despaché. "A L F R E D O", intentó decirme y luego hizo el ademán para que lo acompañara a fumar a la terraza. No, tranquilo: ese cabrón sólo quería dinero. Sí, entiendo. Sí, sí, recuerdo que me lo dijiste. No, nada de eso. Ok, tú tranquilo. No intervengas. Sí, los conozco. Sí, sí: mira, los conozco. Son amigos míos. De acuerdo. Cuídate. ¿Hoy? Grandes bandas. Sí, Bronco. Ok. Sí, quedan mesas. Dale. Te veo acá. Bye. ¿Has hablado con José Manuel? No, es un pendejo. Como Sergio. Cree que mis propios amigos van a venir a chingarme. ¿Quieres un cigarro? Lo acepto. Parece más tranquilo. ¿Vienen tus papás? Sí, ya sabes. Al viejo le encanta bailar. ¿Qué mesa les dejamos? Ninguna, sin trato preferencial: si llegan y encuentran una libre, perfecto. Como a todos. Como a todos.

Nunca es presumido, es un buen amigo y mete a los bailes botellas de vino. Ese bailador tiene corazón y es enamorado pero de a montón....

concepción, chile. 16 de junio de 2010

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