david chávez
Anoche David debió haberse fumado cerca de 80 cigarrillos. Quizá yo fumé la mitad. Nunca fumamos tanto. Nadie. Renata hizo la lista: Eso duele (Intocable), Pena tras pena (El recodo), Acábame de matar (El recodo), La rama del mezquite (Ramón Ayala), Se me olvidó otra vez (Juan Gabriel), Paloma negra (Lola Beltrán), Cuando el destino (José Alfredo Jiménez), La mentira (Álvaro Carrillo), con esas pampezar. Puras matonas, namams Renata. Tú ponlas, dijo, y siguió atendiendo.
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Hablé con cocina y pedí que se guardaran alguna receta sencilla, algún plato para todos: nos quedamos a cenar. Bien, dijo Bil. Serrano estaba en la barra, ayudando a Damiana. Hoy cenamos acá, les dije. Sonrieron.
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Algo debía preocuparle a David. Dos horas después salió de su oficina. Algo le dijo al oído a Shilospiu. Sonaba Triste recuerdo, de Antonio Aguilar. Ambos rieron un poco. Le palmeó la espalda y volvió a la oficina. No salió hasta media hora antes de cerrar el bar.
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Shilospiu puso Tatuajes, de Joan Sebastian. Serrano y yo molestábamos a Renata con su lista de canciones cada que nos cruzábamos al llevar un pedido. Exquisito gusto, güey, te luciste. Shilospiu trae las domingueras, con esa te voy a llevar serenata, namams no sale, capaz que sí, ¿saldrías, Renata? Contigo ni a tirar la basura. No me niegues, te lo dije, si hasta le cambió el caminadito. Rozó levemente con el codo la espalda de Serrano para que perdiera el equilibrio y si no hubiera sido porque lo sujetó instantes después por la cintura varios envases de vidrio hubieran provocado una burla general del personal, la sorna e inquietud de dostres clientes y el azoro de Serrano. Bájenle de güevos, ¿ok?, le susurró al oído Renata mientras él enrojecía.
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¿Ya ves, güey? Sh, calla. Renata estaba mejor. De alguna forma el incidente con Serrano había servido de algo. Eso y la andanada de canciones que siguió hasta que el último cliente se hubo ido: Déjenme si estoy llorando (Los Ángeles Negros), El preso #9 (Nelson Ned), Ingrata (Café Tacvba), Tengo el alma enamorada (Chalino Sánchez), Flor de capomo (Cadetes de Linares), Desde que te perdí (Kevin Johansen) sonaron después, mientras cenábamos y terminamos de limpiar el lugar.
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David, de hecho, todos, estuvimos animados. Shilospiu nos puso varias canciones de La Cuca. Cerró con El son del dolor mientras fumábamos el último cigarro del dianoche. Me siento mejor, le dijo a David. Tocayo: pásate la botella de mezcal. ¡Ou, la había olvidado por completo! Nada de eso: bebe. Trae pacá. Bebió. Bebimos. Renata vació el cuartito de botella que quedaba. Apaga y vámonos, entonces.
concepción, chile. 3 de junio de 2010
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