jueves, diciembre 02, 2004

El molino

David Chávez


Quién sabe en qué estaba pensando Doña Teresa. A mi se me hace que en su marido; a lo mejor la esperaba para que hiciera pronto las tortillas de comal, ya ves que Don Lucas es muy fijado y no le gustan las de máquina. Yo estaba platicando con Lupe cuando llegó Teresita; ella me dijo que Don Lucas, desde que ya no trabaja, se puso muy mandón con Tere, que varias veces la vio llorando y secándose las lágrimas antes de llegar al molino.
Yo creo que ya estaba harta de salir con el frío de la madrugada a hacer fila para comprar la masa -porque no preparó el nixtamal, no llevaba el balde con el maíz-de que su marido estuviera todo el día echado en un sillón, leyendo periódicos mientras ella lavaba la ropa, limpiaba, cocinaba y cuidaba a los nietos: ya tenía 60 años y unos cuarenta con Don Lucas.
Doña Nicha me dijo que ella cree que doña Teresa no había comido nada, pero yo no creo. Apenas eran las siete de la mañana cuando salí de aquí y ya ves, el frío cala y es difícil que yo les prepare algo a los niños, por eso nomás toman su leche y se van a la escuela con unos centavos pa que compren algo. Leche pero algo es algo, y más a las cinco y media porqu etienen que caminar mucho.
Teresita llegó acomodándose el rebozo, saludándonos. Tenía la mirada perdida, por eso digo que es posible que pensara en algo, como si le estuviera dando vueltas al asunto. Estaba seis lugares detrás de mi, era la penúltima. Doña Lola se quedó callada cuando Teresita, de estar parada, de repente se aguangó, pero ni creas. Yo vi cómo me vio antes de que pasara todo, como si me dijera: "Licha, ya me viste, lo voy a hacer y te callas; no digas nada". Hizo el intento por apoyarse en La Güera, estiró los brazos y se cayó de lado, en la banda del molino. Ni Lola ni La Güera ni las dos señoras que habían llegado temprano se dieron cuenta que el rebozo se estaba enrollando en la banda del molino, pero yo sí. "¡Se va a ahorcar, quítenle el rebozo!", les grité, pero no pudieron hacer nada porque el rebozo comenzó a apretarle el cuello a Doña Teresa, hasta que quedó bien enrollado.
Juanito y Don Martín apagaron rápido la máquina: Juanito fue por un cuchillo para cortar el rebozo y Martín le gritaba a Doña Tere, pero no se movía ni se despertaba ni respiraba ni nada. Cuando por fin lo cortaron la ambulancia venía por ahí cerca; yo creo que fue Lolita la que llamó por teléfono. Y se la llevaron. Yo me quedé muy preocupada viejo, siento que es mi culpa por no haberle dicho algo. Tenía la mirada triste triste treste, bien triste. Me vine rápido para acá y en la tienda casi choco con Doña Nicha. Me preguntó que por qué venía tan rápido y le conté lo que pasó. En eso llegó La Güera, muy mortificada, y nos dijo que si, que Doña Teresa se había muerto: la ahorcó el rebozo.
¡Ay, viejo! me dio tanto miedo, me siento bien mal... yo creo que voy con Nicha para que me sobe la cabeza. Pásame ese pedazo de birote. Estoy bien tensa, muy asustada. Al rato Don Lucas me va a mandar a hablar para que diga el rosario en su casa y yo no sé cómo le voy a hacer, siento mucha pena por lo que pasó y yo no quiero ir. ¿Con qué cara me paro ahí? y yo no quiero estar viendo el cajón de Doña Tere, nomás me voy a acordar de la mirada que me echó. Sí, a mi se me hace que lo hizo aldrede. ¿Sabes qué, viejo? si vienen a preguntar por mi diles que estoy enferma, que vino el médico y dijo que no me podía dar el aire. Voy a acostarme. Ah, dale a Felipito, el niño que va a la tortillería, unos pesos para que traiga dos kilos de tortillas: se me hace que mañana no van a abrir el molino...