david chávez
increíble cómo la letra sobrevive a la muerte. cómo el significado perdura por siempre con el significante. increíble cómo con sólo leer los nombres en las lápidas nos acercamos a nuestros muertos. cómo la piel de los difuntos toma la textura del concreto, la madera llovida, podrida, astillada, sin pintura; de la tierra suelta, del pasto recién podado, del montón de pedruscos que tienen por lápida, por sepultura. la tumba que más recuerdo es la de mi abuela materna, tal vez por ser el primer sepulcro de un familiar que conocí. el nicho de mármol tiene un libro abierto, elaborado con el mismo material, en el que pueden leerse su nombre y el de otros parientes. cada año procuro visitar la tumba. esa y otras más. paseo las yemas de mis dedos por sobre las letras enterregadas por el viento que arrastra el polvo de los cerros cercanos. a veces ocurre que mis ojos se llenan de tierra. no lloro. más bien sonrío. esas letras es lo último que me queda de quienes han muerto. me gusta pensar que ese libro, la lápida de mi abuela, definió de alguna forma mi gusto por las letras. tal vez por eso la quiero, las quiero tanto.