lunes, febrero 27, 2006

Misterios charros en Manzanillo

David Chávez

“Vamos a ver dos proyecciones. Si les gustan me dicen y le seguimos con las otras”, dijo Trino cuando terminó la proyección de El Santos contra los zombies de Sahuayo en tierras colimotas, cortometraje realizado por Andrés Villa Aldaco a manera de homenaje al moreno jalisciense y a su mono mayor –el Santos-, por la grata influencia y el humor que le brindaron a su generación.

Además, como preludio a la presentación del libro, Andrés, encargado del equipo de proyección, dejó correr El charro, videominuto de Roberto Levy Vázquez.
Entonces quienes asistieron el jueves por la noche a la presentación de Misterios Charros, título de este compilado de tiras cómicas realizadas por José Trinidad Camacho Orozco, vieron las Galimatías: los doblajes que eran transmitidos, con la venia de Carmen Aristegui y Javier Solórzano en el programa Círculo rojo, en complicidad con Octavio Limón, el locutor de radio tapatío.

Anunció dos y la minifunción terminó en seis. Luego de las risas por haber visto “doblados al humor” fragmentos de series televisivas, Trino, atlista de corazón, explicó en qué circunstancia aparecían sus Misterios charros, esa serie de cartones que ahora reunió después de su andar por periódicos de Guadalajara, el Distrito Federal y Monterrey, además de revistas, entre 1987 y 1999: “es que cualquier padre de familia de Atotonilco el Alto sueña con que su hijo sea un charro”.

A Trino no le gusta la influencia que las caricaturas japonesas tienen en los chavos que comienzan a dibujar. Hizo un pequeño silencio y añoró aquellos tiempos cuando Jis, Falcón, Jabaz y él mismo comenzaban a copiar caricaturistas de la altura de Ruis, para terminar afirmando: “No. No me gustan las influencias que traen los chavos de ahora”.

Sobre la veneración que Trinidad le tiene al Aclas, a una pregunta no le quedó de otra más que contestar que sí, que el mono con el que más se identifica es con Pipo, “fiel al equipo y defendiéndolo siempre (...) pobrecitos atlistas, ni modo; son fieles, eso sí, bien fieles”.

EL SANTOS Y SUS OTROS MONOS

Alguien alzó la mano y sin micrófono, “porque creo que así sin micro pos nos entendemos todos mejor”, preguntó de dónde le había salido lo ofensivo al Santos, la caricatura antítesis del “enmascarado de plata”: “el Jis y yo pensamos que por qué si El Santo (el luchador) era tan fresita, andaba de capa y era tan caballeroso y andaba de superhéroe, ¿a poco no puede andar haciendo guarradas? Entonces nació el Santos y luego la Tetona Mendoza (...) pero no entendemos por qué si el Santos la quiere tanto ella lo desprecia...”.

Anterior a Misterios charros, Trino había presentado Don taquero en Colima. En el transcurso de 2006 publicará la colección de tiras Pipo y don Calvino e igual sucederá con Historias del rey chiquito, sus Fábulas de policías y ladrones, además de incursionar en el mundo del cartón deportivo con otros personajes.

Su página, www.trino.com.mx comenzará a funcionar el próximo mes y en ella habrá animaciones del Santos; la voz del mono será la Trino.

Villoro: autor ornitorrinco de Safari Accidental

David Chávez

“Para mi la crónica es el ornitorrinco de la literatura”, dijo Juan Villoro, quien compara así a este género con la definición que hace Alfonso Reyes sobre el ensayo. La cara de sorpresa de quienes asistieron a la presentación de Safari Accidental, el más reciente libro de crónicas del autor nacido en el Distrito Federal, se borró poco a poco tras escuchar el postulado y la explicación de Villoro sobre él.

Antes de que Juan dejara caer como balde de agua fría el comentario, tres de sus lectores compartieron con los asistentes su visión de otro compendio más de ornitorrincos: Martha Gutiérrez, del taller literario Casa Malagua; Lucila Santana, catedrática de la Facultad de Letras de la Universidad de Colima, y Alberto Llanes, egresado de ese plantel y uno de los participantes del Encuentro de Narradores Jóvenes, celebrado en Manzanillo del 21 al 23 de febrero de 2006.

Los tres invitados a presentar el libro de crónicas coincidieron en que este híbrido de la literatura encontró en Villoro la renovación: el autor de La casa pierde explicó cómo plasmó en sus textos vivencias cercanas a él, como el testimonio sobre la frontera más cruzada del mundo, Tijuana, en Welcome to Tijuana, el rock de sus majestades los Rolling Stones, el chile mexicano, la masacre estudiantil de 1968 y las casi-fallidas Olimpiadas en México y el EZLN -por citar algunas- para dejar constancia de lo que lo había marcado emotivamente. “La literatura buscar dejar constancia de lo vivido”, aseguró.

Durante la presentación de Safari Accidental Martha Gutiérrez advirtió a los posibles lectores: “Una amiga mía me dijo que Juan estaba guapo, que no me fuera a enamorar de él, que no me pasara lo mismo que a ella… Pues sí: estoy enamorada de Juan, pero de su obra”, y los asistentes rieron en el Salón de Cabildo de la Presidencia municipal de Manzanillo.

Alberto Llanes intentó exponer a los lectores los temas con los cuales Villoro se topa en su Safari: Alto volumen, con crónicas rockeras; Álbum familiar, donde se encuentran las historias sobre su padre; Lejos del escritorio, de los viajes que ha hecho; Fetiches, donde señala las distintas maneras que tiene el mexicano de lastimarse, Libro negro, sobre el movimiento y matanza estudiantil de 1968 y las Olimpiadas, fue Lucila Gutiérrez Santana quien intentó cazar a los ornitorrincos recientes de Villoro: analizó cada apartado del libro y lo desmenuzó poco a poco para ofrecerlo al público.

“Si se goglea el nombre de Juan Villoro en ese buscador aparecen 47 mil 900 links y referencias al autor en 0.12 segundos”, precisó, y nuevamente se escucharon las risas en el salón. Al final de este evento, realizado en el marco del III Festival del Centro Histórico de Manzanillo, vino la sección de cometarios y preguntas.
Para sorpresa de muchos, Villoro abrió sin mayores preámbulos una exposición de motivos, rasgos, influencias, indicaciones, precisiones y ofreció grandes detalles, como si supiera de antemano lo que irían a cuestionarle.

Por eso y durante una hora y media Juan habló también sobre su inicio, la relación y los resultados que ha obtenido con sus crónicas, la forma en que Safari Accidental llegó a constituirse y ser editado, además de reconocer la influencia de Ángel Fernández y de Gabriel Vargas Bernal en su incursión por este género y discutir con varios asistentes dudas y precisar detalles sobre ese deporte que le apasiona: el futbol.

Primer encuentro: Manzanillo, Villoro y jóvenes narradores (primera parte)

David Chávez



A las ocho con treinta de la mañana saldría el camión que nos llevaría a Manzanillo. Parecía exagerado que la Secretaría de Cultura apoyara con un camión para llevarnos a Gabriela Alegría, Jorge Vega, Alberto Llanes, Olmo Gilberto Moreno, Armando Martínez Orozco y a mi al Encuentro de Jóvenes Narradores en el puerto.

Minutos antes de las nueve llegó la camioneta en la que nos iríamos. Estábamos un poco nerviosos, por eso las conversaciones se entrecortaban, los ojos iban de aquí a allá buscando algo en común que nos ubicara en el mismo plano. Tan diferentes éramos el martes por la mañana que sólo nos unía la narrativa, sólo había pocas cosas en común.

Tuvo que ser la charla carretera la que rompiera el hielo: Alberto platicando con Jorge, Gabriela al pendiente del velocímetro, Armando y sus diálogos con no sé que autor y Olmo y yo elucubrando supuestos relacionados con la otredad, el mestizaje y la literatura; tuvo que ser el ticuz que murió al golpearse en su vuelo contra el filo de la lámina y el parabrisas de la camioneta el que nos sacara los nervios, el que nos hizo pensar en la muerte, los accidentes, la vida, la risa y las casualidades. ¿Cuáles de ellas nos llevaban a casi 120 kilómetros por hora a Manzanillo? Convivir durante tres días, leer nuestros textos en el marco del III Festival Cultural del Centro Histórico de Manzanillo, compartir ideas e interrogantes sobre el cuento y la narrativa con Juan Villoro, asistir a la presentación de su Safari accidental, esperar a Trino el jueves para descubrir sus Misterios charros y regresar a casa.

Cuando llegamos ya el director de Cultura de Manzanillo, Avelino Gómez, nos esperaba en el salón de Cabildo. Ahí leerían Alberto, Gabriela, Olmo y Fernando Lazlo, de 17 años, de Manzanillo, buscando ser el profeta en su puerto. Aumentó el nerviosismo porque los asistentes –puros chavos del CET del Mar- estaban a la expectativa. Primer encuentro de Olmo, Gabriela, Alberto y Fernando ante el público manzanillense y viceversa. Por sugerencia de Guillermina Cuevas, Avelino distribuyó papeletas en las cuales el público, para promover la interacción de algún modo, escribiría sus comentarios a las lecturas.

Gabriela y Alberto se llevaron la mañana. Olmo obtuvo sugerencias y Fernando veía entusiasmado, sin perder la esperanza, los resultados de leer atropelladamente su texto ante los porteños. Y nos llevaron a la casa donde nos hospedaríamos. Avelino nos mandó lejos, lejos del centro histórico, allá donde Guille Cuevas ya había cocinado y junto con Teodoro Villegas nos daría la bienvenida. Vinieron las reglas, el acomodo y a las cuatro de la tarde Juan Villoro para comenzar a andar las palabras, los comentarios sobre el cuento, la narrativa, la literatura, el oficio, los temores, las esperanzas de escribir, al escribir, para escribir...

Fue el encuentro de Villoro con narradores jóvenes. Hasta las diez de la noche no paró de contestar, de conversar, de beber café de la taza blanca, de aclarar y poner en comunión las ideas que los integrantes de Casa Malagua y quienes asistimos a este encuentro de narradores jóvenes aventuramos. No se quedó a la cena. Por eso fue que lo dejamos irse con hasta luegos.

Antes que Juan presente Safari accidental también hoy a Jorge Vega, Armando Martínez, Gerardo González y a mi nos tocó encontrarnos con los chavos del CETIS 84 –poquitos pero sinceros, como decía la amiga de mi mamá-, a las once de la mañana, y vimos las esperanzas de escribir, al escribir, para escribir en ellos y nosotros, en el Salón de Cabildo. Aún no veo sus comentarios, así que será necesario leerlos para ver si encuentro otro encuentro en este encuentro de narradores jóvenes.