martes, septiembre 06, 2011

Optimismo

David Chávez


Yo no quiero que me llamen pesimista porque no creo en que la fe mueve montañas o que la esperanza muere al último. Llámenme como quieran pero sé -porque me consta- que el vacío que ocupa un vaso es el mismo que se sienta en una silla cuando nos levantamos de ella. Por eso opto por pensar -cuando la miro sola, como esperando a que me siente, medio coqueta- que la silla esconde todo un mundo debajo de esas cuatro patas bien torneadas que la sustentan.