jueves, diciembre 29, 2005

noche pampera en año nuevo (pieza, primera parte)

david chávez

Vos, vení acá. Acostate junto a mi. Desnudate. Encimate. No digas nada: recostate a mi lado para olerte. Dejá la luz del baño encendida para verte los senos. Echá encima esa sábana blanca, fresca, acariciadora que te erecta los pezones, que me enrigorese el miembro. Acostate aquí conmigo un momento, un instante; cierra los ojos y deja que sea yo quien te mire, te acaricie las rodillas, las piernas, los muslos... tu sexo durmiendo, tu pubis que sube y baja, tu panza que me gusta tanto: dejame verte al ritmo que respiras cómo descansan tus senos; dejame olerte tu aliento de caña de azúcar, tocarte la frente, besarte los párpados. Dejame que te vea como a mi niña, dejame sentirme tu nuevo padre, tu amante, tu brazo, tus dedos, tu todo... tu vida, tu corazón que palpita: dejá que saque esta ternura que tengo, que te contemplemos sho y la luna pampera.

Dejame que me acerque, estar contigo, descansar mi cabeza lo más próximo a ti, soñar tu respiración, olerte, refrescarme con tu cabesho. Dejá que se erecten tus pezones con la sábana blanca, blanquísima, fresca... dejame que los bese como beso tu frente; arrusharte con este cariño. Acostate, sin miedos, sin temores, que no va a pasar nada fuera de nosotros: sho te voa mirar como el buey al abrevadero, como el cowboy a la osha del café, como gaucho a la matera, como un cholo perdido en la selva que encuentra el camino a casa después de juntar goma.

Minha, tan hermosa que vos sos... dejá que te acaricie las axilas sin hacerte cosquishas, que te mire el rostro, que te acaricie con estos labios que te rezan a besos por tu piel morena, morenita...vos sos la pampa, la shanura, el campo recién shovido, el remanso del río; acostate aquí, a mi lado, y dejá que sea sho quien te apacigue el corazón: dejá que la sabana nos cubra como la noche, dejá que te cubra mi desnudez, mis ganas sexañorantes de acariciarte miémbricamente, oloríficamente.

Date la vuelta ensoñada, girá a tu costado contrario, mostráme tuspalda limpia, plana, shanura, pampa, patio, jardín, parque, área de juegos.

Dejáme que la recorra, que la recamine, que la redisfrute, que la revea, que la reacaricie, que la rebese, que me rebase, me recubra, me reinstale, que me recrimine, reacecharla; suspirá...

andá, suspirá para mi.

Dejá que tu mano izquierda resbale y caiga a un costado tuyo, cerca de mi, para besarla...

voltea ensoñadamente hacia mi para verte de nuevo el rostro, el cuesho, los hombros, los brazos, tus senos, la cadera, y abrazarte, cruzar la pampa y visitarte las nalgas: dejame que te las acaricie, palparlas, conocerlas. Dejáme dormirme con tu cuerpo-fogata cerca, con mi miembro caluroso cercano a ti, muy cerca de ti, que casi te toca, que te quiere ver, que te shama a gritos sordos y permanece erectante, expectante, mirándote.

Dejá que duerma, dejate dormir aquí, conmigo, con esta sábana blanca, inviolable, sobre nosotros, nuestra, y despertate cuando sho te hasha recorrido con el cuerpo, cuando terminen mis pasomiembros de estar en tu cuerpo, entonces arrushame séxicamente, púbicamente, amatoriamente: dejame el cabesho extendido, dormido, cabalgante, fálico. Antes que duerma, minha mía, piba mía, cubrime tú, cubrínos con la sábana y dime, cuando sho duerma, cuando shegue la duermevela, dime que vos me amás como yo te amo.

martes, diciembre 27, 2005

Una historia de Görmand

david chávez


Estaba buscando no recuerdo qué cosa cuando convine con la ama de llaves en haber escuchado la voz de una niña que decía haberme visto muerto en uno de sus sueños. Preocupado por la noticia y por la intrusión de la niña (que en realidad no era tan niña pues andaba entre dieciocho o diecinueve años de edad, aunque su voz no los reflejara) resolví dejar la búsqueda en paz y buscar a la emisaria de aquellas noticias tan desagradables.

Antes, metí la mano por debajo del vestido de la empleada doméstica y le sobé cariñosamente las nalgas. Ella sonrió y yo tuve que salir corriendo de la casa si quería alcanzar a la optimista que -fuera de cualquier presunción- ya quisiera ella que yo me muriera.

Bajé las escaleras como el viento y al abrir la puerta conseguí verla correr a mitad de la calle. Como pude eché a correr para alcanzarla. Había algo en ella que me era familiar; sí, su voz me era familiar, tal vez alguna sobrina, alguna prima extraviada o una hija o nieta, quién sabe. Debido a que fumo mi condición física no es muy buena (pueden verlo en la forma en que coloco, las comas y los puntos) así que en unos cuantos minutos ya podía verme bufando y resoplando, echando los bofes fuera, como dicen.

A tres calles de haber intentado seguirle la pista a la mujer se detuvo ella, estaba en un Oisa, un auto fabricado exclusivamente para mujeres y que únicamente es conducido en zonas urbanas, no apto para carretera porque, al igual que el Atos, a la menor brisa que les pase por debajo se voltean. Me pidió que la siguiera, avanzó primero despacio luego rápido.

Regresé al trote hacia la casa. Ozza abrió la puerta y le agradecí hurgando por debajo del vestido. Cogí las llaves de una de mis últimas adquisiciones: un Momsa deportivo que alcanza los 204 kilómetros por hora, busqué al perro y, con él detrás, salí en persecución de la tipa.


La busqué por las calles de Villa Görmand. Hay pocos autos, acaso sesenta o cien en temporada vacacional y siempre se sabe cuando alguien es fuereño o ha comprado auto nuevo. A las quince felicitaciones por mi Momsa la vi. Estaba por estacionarse en la pescadería. Al tercer bocinazo del claxon de mi auto volteó y pudo reconocerme. Abordó el Oisa y arrancó rumbo a las afueras de Görmand.

La seguí y la persecución pronto se tornó en competencia que terminó junto al lago del Calabozo. Bajó del auto y yo también. Sacó sus cigarros y yo también. Comenzamos a hablar y a fumar mientras le preguntaba cómo era eso de que me había soñado muerto. Mientras me explicaba que su madre había hecho no sé qué cosas rodeé el automóvil y me di cuenta que era igual al que yo había regalado alguna vez, cuando fui rico y tenía muchas amantes.

En mi sueño, me dijo, alguien me pidió prestado el auto. Inquirí si se trataba del Oisa y me contestó que no. Era uno similar al mío y entonces comenzó a contarme lo que pasó. Prestó el carro, fue a un bar pero su Momsa, bueno, mi Momsa se lo prestó a un amigo para que fuera por los demás. El tipo estaba ebrio. Salió a todo lo que daba el carrito, se pasó un alto y cayó en la barranca de Medas. Tuvo que pagarle el Momsa nuevecito…

Comencé a desesperarme y la urgí para que concluyera. El problema fue que su identificación estaba en el auto dañado. Como ella era la dueña del carro la policía la detuvo. El tipo huyó pero luego pagó los gastos. No entendía por qué la detuvieron si el accidentado fue él.

Dijo que el fulano llevaba cervezas en el carro, mariguana y dos grapas de cocaína. En el sueño su madre se enteró y su padre, que se parece a mi, según ella, se fue de casa porque el hecho había rebasado todas sus expectativas puestas en la hija. Y yo me parecía a su padre, quien no se fue solo sino con otra mujer. Soñó que lo veía caminando: llevaba en un brazo un gato y en el otro a la mujer. Ella iba en el carro nuevo y aceleró. Murieron los dos. Después fue cosa de que su madre la despertara para mandarla a la escuela y cuando iba hacia allá me vio por la ventana, entró y dijo lo dicho.

Tú estás muerto, me gritó. Le dije que se calmara, que hiciéramos algo: yo a subirme al Momsa y a conducir de regreso a casa. Ella subiría a su Oisa y se iría a la escuela. La chica comenzó a llorar. Apagué el cigarro. No estaba para lloriqueos, así que decidí cumplir mi palabra: no sé qué fue de ella. Debió haberse suicidado o seguro escapó de su casa.

Metí el auto a la cochera y llamé a Ozza, que me contestó desde la cocina. El perro movió la cola cuando se acercó y los dos entramos a casa. Volvía acariciarle las nalgas a mi ama de llaves cuando llegó a ofrecerme algo de jugo de naranja.

miércoles, diciembre 21, 2005

Nunca serás miembro de la Iglesia de los Santos de los ya casi Últimos Días

david chávez

La hermana Flores tocó el timbre de tu casa: cocinabas bisteces y quesadillas. La música del radio te recuerda la infancia; no bajaste el volumen antes de salir a abrir. Eran miembras de la Iglesia de los Santos de los ya casi Últimos Días, un nombre demasiado largo para ofrecerlo como producto y medio para alcanzar la salvación, “válgame Dios” exclamaste para tus adentros.

“Hermana Flores”, leíste en el gafete de la morenita de ojos grandes que te ofrecía el reino de salvación.

“Armando Bonfil”, contestaste a la presentación que hizo la morena delgada ojigrande. De la otra ni el nombre recuerdas. El olor de las tortillas quemándose y de la carne que empezaba a sancocharse con la cebolla te hizo reaccionar y pedir unos momentos: entraste y apagaste el fuego de la estufa.

Accedieron (de otra forma igual te hubiera valido madre y las hubieras dejado ahí afuera: un buen bistec con cebolla frita es mucho más importante que una visita por parte de dos desconocidas, pero pediste permiso para retirarte unos momentos y apagar el fuego de la estufa, mientras, ellas –supusiste- escudriñarían la cochera) y de haberlas invitado a la sala quizá nunca te hubieras desecho de ellas y ni almorzado tranquilo.

Al regresar a la puerta de entrada, junto a la cochera, la morena preguntó a quemarropa si eras roquero.

“Escritor”, contestaste.

Un “Oh” que pareció más un pujidito sexy, excitante, escapó de labios de la hermana Flores, al parecer de incredulidad, pero lo dijiste con ese aplomo que ella te creyó, al menos eso pensaste cuando el choro mareador brotaba de los labios de la buenísima hermana Flores brotaba mientras dejabas tu vista en su ojo izquierdo, como tu padre habíate dicho que miraban las personas bien educadas, y luego lo bajabas hasta sus senos, valiéndote madre Todos Los Santos De Los Últimos Días Y Los Últimos Minutos que pudieran haberte visto.

La hermanaca hablaba sin cesar de un dios al que tú alguna vez rezaste, pero no andabas tan salido del redil como para entrar en otro mucho peor como el que la hermana pintaba así de bonito. Para restarle miedo y nervios a la religiosa aseguraste tolerancia: apareció entonces la imagen de tu padre despotricando y mentando madres contra las sectas. La otra “hermana” seguro llevaba la cuenta de las acciones: preguntas respondidas, tipo y modo de hablar, color de ojos y cuando te metiste a apagar la estufa seguro comentaba sobre de tu trasero.

Ahora lo ves tú a él. Sí, desde luego que pusiste atención a sus nalgas y llevaste tu vista a ese dorso cubierto con la playera traslúcida como las pantaletas que te habías puesto esa mañana. Esperaste. Regresó. El olor a cebolla frita te asqueaba y aún así el cuestionario sigió: esperabas una oportunidad divina de los Santos de los Últimos Días, asociación a la que entraste ya ni recordabas por qué.

La Güera embarazada hasta el sueño bostezó, dejándote su aliento en la oreja, excitándote los vellos de los brazos que se erectaron inmediatamente. Supusiste que estaban a punto de terminar el recorrido semanal y que pronto irías a casa a recordar esa cara, la sonrisa que puso cuando las saludó y dijo que era roquero. “No, rockero no: es escritor...” corregiste- y a pensar también en esas manos suyas, grasosas, que bien podrían haber llegado desde debajo de tu largo vestido hasta tus nalgas y bajar poco a poco las pantaletas traslúcidas como su playera de algodón, acariciarte los muslos y separarte las piernas.

La otra mujer dijo que iba a la tienda. Estabas desprotegida. El tipo respondía a las preguntas de si creía en la vida eterna, la resurrección y otras cosas que a ti te tenían sin cuidado, al menos por esa mañana.

“Estaba preparando mi comida cundo ustedes llegaron y debo estar al pendiente. Si usted pudiera venir otro día con gusto le respondo sus preguntas; inclusive podría hacer algunas cuestiones que tengo sobre el reino de Dios, sus ministros y la función que le dio a las mujeres tan bellas como usted aquí en la tierra”. Santo Dios. Lo habías dicho. Lo dijiste para observar la reacción de estas mujeres ante el galanteo. Tú, que siempre imaginaste ingresar a un Seminario, convertirte en presbítero y oficiar misa; que siempre quisiste preguntarle a alguien, después que descubriste la cogedera, la tomadera y a las mujeres fáciles, si estaba permitido jalársela de vez en cuando allá en el Seminario, porque no creías que fuera posible vivir en ese estado de celibato tan a la perfección, tan...

“Bueno, será mejor que venga otro día y así platicaremos más tranquilos”, y la hermana Flores se despidió con un apretón de manos. Sostuviste la suya por un poco más de tiempo, tan mamón y cursi como lo habías visto en las películas y jamás pensaste hacerlo o tal vez quería limpiarse la mano aceitosa y tu mente viajó a las tardes de tus catorce, quince, dieciséis años, cuando entrabas al aljibe de la casa en construcción, al regresar de clases, y enseñabas tus seños florecientes a quien se animara a besarlos, lamerlos, chupártelos. Por eso tu entrepierna se humedeció…
Fuiste a las oficinas de la congregación pero regresaste con él más tarde. Estaba sorprendido y tú más por estar ahí. Pasaste como un borreguito fuera del redil, acechada por el lobo, hacia el interior de la casa.

(Te llevó) La llevaste hasta tu cuarto donde la desvestiste y lamías lo que podía serle lamido; imaginabas que ella debía estar pensando en esas obras maléficas del demonio mientras estabas clavado en recordar a las otras que habían llegado a anunciar la buena nueva... Él se movía tan bien y sabía lo que te hacía que ya no pensaste en combatirlo: te dejaste llevar. Pronto, sentiste que tendrías un orgasmo: apretaste los dientes, sangraron tus labios y el hilillo púrpura te recordó el un libro acerca de tu secta. Gimiendo, le dijiste que eras casada.

Él, en su afán y penetración interminable te dijo que no en un pujido, que le valía madres y alzaba más y más tu vestido gris, largolargolargo, hasta dejar tus quejas: bajó con ansiedad a tu entrepierna para comenzar a rezarte un acto de contrición vaginal. Sonreíste, feliz por hacer feliz a otra persona, sobre todo a la ojigrande de los Santos de los ya casi Últimos Días.

Terminaron en un ajetreo febril: ella dando gritos (pudieron ser de arrepentimiento gozoso) y tú sudando a chorros. Se desarremangó el vestido que parecía sayal y se dirigió a la puerta de entrada, resoplando, mientras tú te deshacías del condón pecaminoso. La hermana Flores salió a la calle cuando tu madre llegaba a casa: estaba a punto de tocar el timbre. Ustedes salían, sorprendido y sorprendidas. A ti no te salvaría de esa condena ni Dios mismo en persona. Luego entraste o entraron y diste un sorbo al vaso con agua fresca de arroz que aligeró tú pena y volvió más llevadero el pecado cometido…

Moderna relación entre modernistas

david chávez

Enrique González Martínez nació cuatro años después que Rubén Darío. Ambos poetas, el primero mexicano y el segundo nicaragüense, publicaron más de una veintena de libros. Darío, con Azul… y González Martínez con La muerte del cisne, logran atraer las miradas de sus contemporáneos, lectores y autores. La obra del nicaragüense marca el inicio del movimiento que permearía a Europa: el Modernismo.

Heredero del Simbolismo, el Parnaso y el Romanticismo, el movimiento encabezado por Darío surge a raíz de la búsqueda de una propuesta que rechazara la realidad social. Intentaba refugiarse en el arte ante la degradada realidad de aquel entonces, en un esfuerzo por encontrar la belleza, dado que las condiciones históricas del momento no podían ofrecerla: después de 1810 las ideas políticas de Francia llegaron con más fuerza a América; las discriminaciones entre clases sociales y razas se volvieron débiles, pero aún así no desaparecieron por completo y el continente comenzó a pensar en la unificación y en acabar con el colonialismo; además, los modelos socieconómicos se modificaron e influyeron en el contexto social.

Tomando como punto de partida el 1 de enero de 1804, fecha en que Haití se convierte en el primer país libre del yugo colonial en América, podremos observar que el ejercicio de las letras, en general, se encuentra hondamente marcado por el proyecto emancipador, liberador y contestatario de la vida social hasta 1860, cuando los recientes países logran cierto equilibrio. En Argentina culmina con la Constitución de 1853 y en México con la caída del Imperio (1867). Con excepción de Cuba y Puerto Rico, en 1830 el proceso de emancipación estaba terminado, aunque las luchas internas no habían acabado todavía.

Como no había una tradición de administración de gobierno, prevaleció la anarquía y el despotismo. De 1830 a 1850 predomina la inestabilidad. De 1850 a 1880 se empiezan a estabilizar las sociedades bajo el control oligárquico y el fortalecimiento económico derivado de una consolidación del comercio internacional. Se da, pues, el liberalismo ideológico en lo político y el romanticismo en lo artístico y literario.

Así como los movimientos económicos determinan el comportamiento social, este ejerce su influencia hasta las expresiones artísticas, por eso no es de extrañarse que el tema modernista trate de la situación del poeta en el mundo y la sociedad, un tópico que aparece en muchas variantes. Los modernistas responden conforme a su tiempo y su propuesta habla de frívolidades, se torna a veces sensual, brillante, solemne. En ocasiones adquiere un aire de expresividad refinada que sorprende y logra que el lector pueda ver al poeta desubicado en la sociedad a la que pertenece.

De 1881 a 1910 se produce un crecimiento acelerado de las ciudades capitales y se habla ya de una nueva burguesía que buscaba controlar tanto el mundo de los negocios como el de la política, en el que el arte no tuvo cabida. Los artistas se encontraron involucrados en la confirmación de sus países. Debido a la revolución industrial inglesa, muchos de ellos se enfrentan ante la decisión de incluirse o no en el incipiente progreso que la industria trae consigo e incluso se percatan de la deshumanización y la influencia que ejerce la mecanización en la vida cotidiana.

Es probable que Darío, modernista, y González Martínez, postmodernista, hablen por ello acerca del amor, el tiempo, la muerte, de cuestiones fantásticas, macabras, incluso sobrenaturales, del ocultismo y la magia; la condición humana, lo religioso, temas que no dejan de ser populares y que aspiraban a la evasión de la realidad, a la búsqueda de la belleza en otro campo que no fuera el político o el económico, a pesar de que ambos se desempeñaron sirviendo a sus respectivas patrias en el campo de la diplomacia y sobrevivieron con éxito a los cambios drásticos.

Para escapar de la lucha de clases, de razas y status, el Modernismo se refugió en el lenguaje literario y desde ahí exhibió su inconformidad, su rebeldía, el conflicto del autor con su tiempo. Recrear mundos y utopías parecía ser el objetivo.

Tras el auge de esa vanguardia literaria, Enrique González Martínez propone, según Jaime Torres Bodet en el prólogo a Tuércele el cuello…, “abandonar ciertas galas superfluas: las que había difundido en América el Modernismo. No era culpable Rubén Darío de tantas galas. El nicaragüense había adornado muchas veces su pensamiento con joyas entre las cuales no resultaron siempre los brillantes”. Con lo anterior, González Martínez no buscaba confrontar a la obra de Darío.

Luego de que el Modernismo situara a los autores frente a las posibilidades del lenguaje y los convenció de aspirar a un mundo que se antojaba utópico, el autor de La muerte… manifestó que no era necesario encontrar la belleza en formas tan elaboradas, tan lujosas de la poesía. Si bien Enrique González aconsejó a sus seguidores torcer el cuello del cisne, o acabar con el Modernismo, no lo hizo con ese fin; antes bien, pretendía orientar a aquellos que se internaron en la senda de la imitación hacia posibilidades más cercanas, más accesibles que las propuestas en Azul….

Y no era la poesía rubendariana un mal modelo, al contrario: quien aspirara a inscribirse en la corriente modernista debía poseer la sapiencia, las lecturas y las vivencias de los cosmopolitas. Tales requerimientos, a finales de 1880, año en que se publicó Azul…, se tornan difíciles de cumplir puesto que el desarrollo del capitalismo, la democratización, el incremento de servicios educacionales y el crecimiento del sector social afectaron en gran medida la ubicación de los polos culturales, dispersaron los centros educacionales y provocaron que la educación no se destinara a un sector social en particular. Las escuelas se enfocaron entonces a transmitir los conocimientos esenciales, y para hacerlos llegar a la mayor parte de la población sacrificaron la riqueza en cuanto a contenidos y volvieron triviales y simples tópicos sumamente importantes.

Debido a esto, González Martínez sintió que era necesario encontrar un camino que llevara al mismo lugar que el Modernismo, que se adaptara, sin melódicas acrobacias, a lo que él estimaba más, la majestad simbólica de la vida. Quizá por eso resultan tan expresivos los títulos de los libros con cuya publicación inició su obra definitiva: Silenter, en cuyos poemas evoca el poder armónico del silencio.

Enrique González impulsó una etapa en el Modernismo que se define por una reacción hacia la búsqueda de la belleza encabezada por Darío, pero de acuerdo con el nicaragüense en la preocupación ética; esto provoca un rompimiento, un reinicio modernista: el Postmodernismo. El proceso del conjunto y de las diferencias individuales, obstáculos para definir al movimiento, se ofrece también en cada poeta inscrito en él. En su base, la voluntad del Modernismo era manifestar la crisis de una época en que el individuo actúa rebelándose e imponiendo sus propias perspectivas por sentirse inconforme con lo consagrado.

Modernismo significa tendencia hacia la modernidad, una exigencia por ser moderno, lo que lleva al propósito de cambio, algo que se lleva a cabo con la propuesta de González Martínez. Y tiene su mensaje, dirección, su designio de cambio, su función revolucionaria. Por eso, para torcer el cuello del cisne se necesitan imágenes para revelar la esencia que se oculta bajo las apariencias, un diálogo consigo mismo, cierto individualismo, la angustia metafísica, la hipersensibilidad, el apuro de vivir y gozar el instante… ser moderno.


Referencias:

Azul... Rubén Darío. Edición de Antonio Oliver Belmás. Ed. Porrúa. México 1979

Tuércele el cuello al cisne y otros poemas. Enrique González Martínez. Ed. FCE/SEP. México, 1984.

http://www.tmx.com.ni/rubendario/cronologia.htm

La camisa azul

david chávez

Tuve que ponerme la camisa amarilla. Era tarde y no quería llegar mal presentado a la reunión con los inversionistas, por eso me detuve unos segundos, para ver que, efectivamente, no tuviera una sola arruga: desde la muerte de mi esposa ha sido mi madre quien plancha lo que visto.

Al día siguiente a la reunión, subí al auto las prendas arrugadas y, antes de dirigirme al trabajo, se las llevé a mi madre. Ella estaba en la puerta de la casa: debió escuchar el ruido del carro. Al saludarla le entregué la ropa y en su cara noté mucha más vejez para su edad. Tenía que irme pronto. De nuevo llegaría tarde. Dije adiós y salí como huyendo; gritó que todo estaría listo ese mismo día y pude manejar más tranquilo hacia el trabajo

Y regresé caminando. El auto había sufrido una descompostura. Tal vez por eso mi madre no notó cuando llegué y no pudo ocultar nada: la televisión transmitía un programa de concursos al que ella no prestaba atención, el olor a comida se escapaba por la ventana de la cocina, los vidrios estaban cansados de tanto polvo mientras la escoba descansaba tirada, cerca del baño y la vieja, con la plancha en la mano y la boca llena de agua, rociaba la camisa para humedecerla para lograr que las arrugas se borraran. La mano con que sostenía la plancha comenzaba a temblarle y el movimiento se transmitía a los hombros, llegaba al cuello y en la cara de mi madre aparecían los pliegues que antes estaban en la camisa azul.

Detalle para una piba traído del cielo argentino

david chávez


¿Que para qué vinimos con el piloto del avión? ¿Qué otra cosa querías, ah? Imagináte la cosa ashá arriba: el copiloto sin sentido por culpa deste boludo que le dio un macanazo; no dudo lo hasha matado. Eh, Rosso, por poco le rompés la cabeza al monigote. Sho quise enamorar a alguna azafata. Y lo intenté: recordá que estábamos peleados... ahí me tenés, escuchando a la minha esa que no se cashaba la boca. Hablaba y hablaba de no sé qué cosa que tenía que ver con el amor. Me habló tanto que me acordé de vos, y aquí estamos.

¿Que es casi la media noche? ¿Y eso qué importa, no es acaso tu cumpleaños? ah, decíme ¿Que por qué no mejor te shamé? ¿no es mejor en persona? Vengo, vinimos pues aquí el Rosso y sho. ¿Qué: no querías algo grandioso para tu cumpleaños? Miráme Elena, Elenita mía: fijáte piba que he tenido que tirarme del avión en paracaída, y no ha sido fácil cargar con este desgraciado a cuestas; ¿que para qué voy a querer sho al maldito piloto? ¿Vos... vos sos estúpida, que no tenés una imaginación? Mirá donde te señalo. Ahí están tus jodidos fuegos artificiales, y vos no me volvés a decir más nunca que no me importás. Mirálo Rosso, ¡quespectáculo! ¡Eh! mi Elena, Elenita mía, acaso no es este un detashazo? ¡sho por vos, mi vida, haría lo que fuera por tenerte contenta! Vení acá y dame un beso. ¡Felí cumpleaños!

Química corporal

david chávez

Toda combustión genera agua. Si me ves sudado es porque ardo en deseos de verte.

martes, diciembre 20, 2005

Algo sobre Görmand (Esperando la revelación y hablar de Docta Malaliento, Lentesauto Infulero y las Plantas Culopodrido)

david chávez

AL LECTOR
Pese a que sobre Görmand se sabe y se ha escrito poco (lo único que he escrito sobre ese lugar en el que viví durante 24 años y del que ahora doy a conocer varias notas, textos y apuntes del tiempo que estuve ahí) pretendo dar a conocer ciertas particularidades de sus habitantes, por aquello de que "para muestra basta un botón" y así uno conozca más sobre ese rinconcito de México que me encontré por ahí desvalagado.
Görmand no tiene nada que ver con el mundo ficticio de Tolkien ni con Harry Potter ni pretendo con estos textos que les comparto algo similar. Ya les contaré de dónde viene su nombre, pues antes tuvo otro más mexicanón y que por no sé qué chingados le fue cambiado al actual, que suena hasta la madre de europeo.
Tampoco le ando oliendo el pedo al bueno del Borges, ni mucho menos a Cortázar, ni me quiero colgar etiquetas Onettianas inventando mundos porque la mera verdad este pueblito no tiene tanto de ficticio como Santa María, esa ciudad que todos llevamos dentro.

Bueno, advertidos están. Pásenle a lo barrido...


PREVIO AL I


de forma parecida a todos los que habitan en Görmand tengo la educación básica. de forma parecida a pocos en Görmand estudié después lo que quise. de forma parecida a la mayoría en Görmand pude conseguir trabajo después de viajar un poco. de forma parecida a la minoría en Görmand espero el momento de la revelación para bajarme de cierto ritmo de vida y adoptar otro. todos trabajan. es como en la historia perfecta donde no pasa nada porque todo está bien. así es Görmand. donde la comida es rica. donde toda la gente habla consigo misma y elige bien la cara y la actitud que pondrá ante los demás. pero lo que nos salva es que todos sabemos eso. uno puede pensar en todo momento y si alguien te ve sabe que tú estás pensando en sabe qué cosas y él sabe que tú sabes que él está pensando. así es Görmand y sus habitantes. hoy pensaré sobre algunos de ellos.


ADVERTENCIA
en Görmand la gente llega incluso a odiar las actitudes de los otros. esto no pasa a mayores por lo que en el PREVIO AL I les conté. a eso hay que agregar que aquí las venganzas más terribles, incluso robos o asesinatos o violaciones o agresiones se dan en el peor lugar. en el interior de uno mismo. Görmand es por eso este pueblo pequeño y tranquilo que es porque no muchos soportan estas luchas en su interior. no cualquiera puede vivir aquí.

I

hoy ando medio seriesón. hoy es la consecutiva ocasión de las que vienen que lo hacen sentir a uno frágil. cuando los teléfonos de los que conoces no reciben las llamadas. cuando uno quiere dormir y no puede. desas ocasiones que uno se da cuenta que va con la inercia y nomás dejándose llevar. sin saber si todo está bien o está mal.

es como el previo a la epifanía. a la revelación. a darse cuenta que hay que chingarle. escribir. mierda. de nuevo dejaron las plantas dentro de la oficina. con esos pinches platitos abajo de ellas. caray. pinche agua puerca. apesta. será que las plantas también orinan. ora sí. a esperar a que llegue algo para transcribir. a pasearse por la pinche oficina esperando que llegue algo para poder trabajar.

llegué aquí hace dos años. cuatro meses antes de eso no tenía un empleo. ahora no sé. espero esa revelación que quizá ponga cierto orden. estoy seguro que no llegará. pa qué. puro pensar nangueras. cuestión de ponerse a hacer las cosas según decía mi abuela. que musas ni que ocho cuartos. a trabajar trabajar trabajar.

el trabajo es fácil. lo conseguí creo que igual. digo. no es sencillo en estos tiempos encontrar un trabajo. aquí somos tres: yo. que en ocasiones llego temprano para dedicarle atención y elaborar buenas copias. buenas transcripciones: el tipo de los lentes y el auto que cuando quiere llega a la hora. se dice estudiado y estaba aquí antes que yo entrara a trabajar: la chica de la nariz grande y la risa inclasificable. y la revelación que no llega. si dejaran fumar aquí... pero está prohibido. lo pohibió el jefe para que nadie más que él pudiera fumar.

entonces... aquí llega el fax. tendré que pedir que lo envíen de nuevo porque está ilegible. llegará otro. la chica de la nariz grande. le huele la boca. acepté el trabajo por falta de algo mejor. me engaño. quise trabajar en esto: me daría tiempo libre y me tendría ocupado para no pensar en otra cosa que no fuera irme. salir. llevo tanto tiempo planeándolo. sobre el tipo del auto no puedo decir otra cosa que no sea que está aquí porque no se suda. no se cansa uno más que de las manos y los ojos. el trabajo es de noche. son 6 horas diarias.

pero la chica de risa inclasificable dice que esperó 2 años para encontrar trabajo. yo me siento como dije antes. como lo vengo diciendo desde que salí del baño y me arreglé para venir a trabajar: ando seriesón. así le dicen a esa apariencia los de esta oficina cuando sólo piensas en largarte ya. en terminar tu trabajo. en que los demás debieran hacer bien su trabajo.

el tipo de los lentes y sus problemas para encontrarle trabajo a su novia. je. a veces me pregunto qué tanta carga o presión laboral puede soportar alguien que se deja llevar por la inercia. recuerdo a bartleby. leí esa novelita en la prepa. la releí a los dos meses antes de entrar a trabajar aquí. por eso pienso que yo desee este empleo. no hay mucho que hacer: sólo transcribir. leer. redactar. aquí no se piensa. se trabaja en automático.

la chica a la que le huele la boca dice con aires doctos que es inamisible la cantidad de errores ortográficos que se encuentra en lo que debe transcribir. como el tipo del auto no había llegado aún cuando ella fue contratada yo tuve que explicarle en qué consistía todo. después tembló. un pequeño sismo sacudió el edificio e intenté relacionarlo con esa revelación que esperaba. que me dijera qué es lo que debo hacer. nunca llegó. ni creo que llegué. quizá ya sea tarde para eso. en fin.

le dije a Malaliento que debía transcribir. que si no quería problemas con el jefe hiciera lo que yo: editar. redactar. reescribir. corregirlo todo. parece ser mucho para Docta Malaliento. para qué. y amenazó con sólo transcribir. qué webos. desde entonces hago parte de su trabajo. soy el revisor del trabajo que debería hacer Docta Malaliento y soporto las ínfulas de Lentesauto. y a Jefe Malumor Sinatento que despotrica contra los tres cuando alguno de nosotros ha cometido un error.

a veces. en ocasiones como esta. yo le digo la verdad a las Plantas Culopodrido: la gente no seba que sabe. y yo sé que saben y que se hacen los que no saben. entonces me doy cuenta. entonces me estoy dando cuenta en este momento de la revelación. !Sí! Parece que al fin llegó: he tomado conciencia de que Docta Malaliento Narizgrande y Lentesauto Infulero saben. que viven lo mismo que yo. que pensarían lo que yo. que los tres nos dejamos arrastrar por la inercia porque para qué Docta tiene que hacer lo que yo de todas formas haré. porque para qué Lentesauto tiene que preocuparse si estoy yo.

¿y en dónde quedo yo? Saben. les digo a las plantas: después de todo las revelaciones no son tan necesarias. a final de cuentas uno termina por saber que está atrapado en la inercia. pero Docta Lentesauto Malaliento Infulero son en realidad como estas plantas. son hijos de Culopodrido. quién entonces seré yo. a trabajar trabajar trabajar. putas plantas. cuándo trabajarán las plantas... cuándo seré un Culopodrido como ellas. como ellos.

II

es cuando transcribo que me cuido de cometer errores. pero es Malaliento quien más errores comete. ¿a quién culpar o puede culparse entonces a alguien?. yo me enojo entonces. como a las plantas Culopodrido. así a Malaliento que no puede rebajarse a poner atención y no cometer tantos errores. Docta tiene sus publicados. aún así es un error. justifica sus errores.

me pregunto si la revelación no debería ser para ella. para darse cuenta que me está jodiendo la chamba. ayer hablé con ella y no. parece no entender. definitivamente a Docta Malaliento Narizgrande hay que anexarle el Culopodrido. es una de ellas. bartleby. tan sincero él. no tuve un trabajo como el suyo. no terminaré igual que él. pero esto parece ser una enfermedad. contagiarse de errores ortográficos. lingüísticos. gramáticos. sintácticos. cómo hacen la Plantas Culopodrido para no cometer errores. para ser tan valemadres como Lentesauto.

junto con las plantas. con Narizgrande. con Infulero. con Jefe Malumor Sinatento debe haber más que van con la inercia. acabo de tirar las plantas. a la basura. basta ya.


III

dejé el trabajo de transcripción. en esta oficina no hay plantas. no tengo que lidiar con Infulero. ni con Malaliento. allá ellos. acá yo. ahora se trata de reescribir. de darles palabras. soy el encargado de prevención. de suministros para la buena redacción.

no niego que mi trabajo anterior me sirvió de mucho para obtener este. digamos que ahora sí trabajo con las palabras. es un trabajo entre literal y ficticio. hay palabras. clasificadas todas. están los sinónimos en sus estantes. los acentos en cajones. los dobles sentidos y albures encerrados bajo llave. es un mundo de palabras. con ellas esta oficina parece un taller más que una sala de redacción.

ando por los pasillos como quien anda por el jardín donde dio sus primeros pasos. como si se viviera de toda la vida en ese pueblito y se conociera la vida de todos en él. como estar entre una gran familia. mis compañeros son diferentes a mis anteriores compañeros. estoy contento por lo que ha pasado. ya no espero más esa señal. esa revelación. escribí esto más animado. lo hice porque ahora mi trabajo es ese: escribir. escribir escribir escribir. qué falta hacen las musas de las que hablaba mamá lupe cuando decía que había que trabajar trabajar trabajar cuando se está rodeado de tantas palabras tantas tantas tantas que me puedo dar el lujo de repetirlas una y otra vez: tantas tantas tantas.

cuando veo que escasean es cuestión de llamar al departamento de adverbios o verbos o al que correspondan y encargar más. lo mismo con los signos de puntuación. las comas. los puntos. como pueden notar no nos han llegado las comas. je. ese es mi trabajo: vigilar que las palabras no se terminen. que mis compañeros de trabajo: orfebres de la palabra: artistas de la creación literaria o periodística o ensayística o poética tengan a la mano la palabra.

ahora iré a solicitar esas comas que tanta falta hacen. y unos cuantos miles de acentos... y mayúsculas. esas se terminaron hace dos horas.

lunes, diciembre 19, 2005

DE estos cuentos les cuento...

A ver, pues nada más aclarar que ya subí varios cuentillos que tenía en el cajón/carpeta C:\Documents and Settings\deivd\Escritorio\carpetochas\literalia; según yo ya están más que revisados pero no falta quien les encuentre "cositas", ahí les encargo que me avisen si les ven algo, plis plis plis.

Dejé esta cosa de los blogs por un tiempecito (revísese el historial pa que saquen cuentas) y pues pasada la tempestad viene la otra tempestad. Mucha joda, muchas ganas de buscar sin encontrarle: aquí les dejo constancia de que ahí voy, ya medio saliendo de la crisis (parafraseando a una amiga: parece que traía un huracán dentro y ya ando en reconstrucción), que siempre dejan algo bueno o evidencian las carencias que hay.

Con esto de las orgifajiposadasfiestas navideñas y su concurrente pampa semántica nomás me resta decir que NO ES PROMESA AÑONUEVERA: es mero ímpetu tras encontrarme con el sorpresendero blog de Alberto Chimal (la publicidad es cortesía de la casa) http://www.lashistorias.com.mx/ que me animé a recuperar este cibernáutico espacio.

Fue eso y que Avelino Gómez, que el apodado y bienquerido don José Albertengo Llanes Castillo, Le Bristé y que el carnalo Carlangas Ramírez abrieron sus espacios en la güeb, además de la magnífica idea que tengo de no cargar más con mis archivos ni en diskettes, cds, devsd, memorias usb ni a través de correos electrónicos por la disponibilidad de que ahora hay un mayor acceso al interneis que refris con cocacolas en las tienditas y que así, Oh santo dios que permites el avance de la tecnología para el disfrute de tus creaciones postdiluvianas,
postedadmedianas,
postrenacentistas,
postenciclopedistas,
postartemoderneras,
postrevolucionarias,
postprimeraysegundaguerrasmundialeras,
postmundialesdefutboleras,
postmuertesdefamosesas,
postpartidosinganardelchiveriosero,
puedo mostrar a este mundo ojerizo y decandetemio,
pandemoniero,
friebreaviarino,
sidosete, espiritista y rocanrolero,
blusjamero y acidayazero
las chingaderas que cruzan por mi mentecita y que, gracias a vos, mi dios, onde quiera questés, me dejan la dicha de escribir.

y como ya medio me cansé de andar justificando ausencias que no tienen por qué estar aquí y el coraje que me da no saberle picar a esta chingadera pa que el blog se vea chido, pro, bonito y atrayente y hasta con fotos mías y de los cuatachos, pues ya los dejo pa que sigan leyendo.

Chinguete de gracias y bienaventurados sean los que se acuerdan de mi jefecita chula, porque yo me acuerdo más de las suyas, jejeje, y que me consideran un perfecto rupestre, silvestre e impreparado aprendiz de escribir bien textos que se acerquen a la pasión que se me escondió un rato: el cuento.

aquí andamos.

david chñavez.

(pinche mañita la mía de no separar los dedos y teclear "ñ" en lugar del amadísimo acento "´")

david chñavez.

(tamadre! otra vez!)

david chávez.

En el mismo monte, alguna vez...

David Chávez

Alguien, hace ya tiempo (creo que fue un doctor o un rockero famoso) subió a un monte y tras de sí caminaba una gran multitud. Cuando los vio hambrientos les habló así: “bienaventurados los que aún no han comido porque tendrán gastritis y tendrán que llevarlos al hospital, donde serán intervenidos quirúrgicamente antes que la úlcera péptica comience a hacer estragos en sus intestinos, y entonces –sólo entonces, después de operados- les darán de comer”.

Moscas

David Chávez


Las moscas –cuando llueve- se quedan quietecitas, quietecitas, por temor a que les caiga un rayo.

Constante (dedicado a los maistrazos de la construtsión, mis ñeros: los ñiles)

David Chávez


El movimiento es la eterna constante: hazte infinita, muévete... ¡chiquitita!

Variceloso

David Chávez

Hay momentos que se alargan y se alegran cuando uno tiene mucha prisa porque no se alarguen, porque se acorten, se recorten, abrevien. No hay nada para remediar esa situación. Es como moverse y que el dolor siga, como tener varicela y no poder rascarse.
De todas formas terminamos por rascarnos y con cicatrices que nos recuerdan la ocasión en que enfermamos de varicela y nos rascamos y también uno se acuerda de la desesperación, del paso lento del tiempo y se vuelve uno a rascar sobre la cicatriz nomás para revivir aquellos viejos tiempos, cuando el tiempo no pasaba tan rápido.

La historia de las tres manecillas

David Chávez

Las tres manecillas, sobrinas del tiempo, paseaban un día por la carátula del reloj. Alta, espigada, la manecilla del segundero veía con insistencia el cristal transparente que le impedía ser libre. Sus dos hermanas, la de las horas y la de los minutos, notaban que su descarnada y allegada contemporánea se volvía cada vez más nerviosa.
La más pequeña y regordeta de las tres, la de las horas, sólo pensaba en los banquetes que su tío preparará con anterioridad, cuando su esposa cumpla un milenio más de edad. Y es que su tío no pasaba en vano. Mientras fantaseaba y especuleaba sobre esto, sus hermanas comenzaron a discutir por un problema de medias horas.
La más delgada de todas, harta al fin de que la otra desoyera sus razones, se echó a correr después de hacer una rabieta. Tras ella iba su hermana mayor, gritándole que esperara, que mira, ven, no pasa nada, todo está en orden, mientras la botija de las horas –rumiando y caminando lenta – le gritaba a la perseguidora que la dejara en paz, ya vendrá, tiene que volver, por qué la prisa.
Y los números, del uno al doce, miraban el drama de las tres hermanas, que de vez en cuando descansan (generalmente cuando al reloj se le terminaba la cuerda) para después seguir una tras la otra.

Niña durmienda

david chávez
A la personaja de mis cuentos

Cama. Cansada. Desvistes. Cubres. Te relajas. Miras el reloj. Cierras los ojos. Duermes. Te abandonas al sueño y te veo dormida, durmienda, cambiada: eres un niña que duerme sin preocupaciones, una adulta que sueña que es una niña que lleva dentro y que deja el sueño y se levanta a mirarte dormir en la cama, durmiendo, y que sueña que eres como una niña que es soñada y te levantas a verte dormir como una niña que duerme sin preocupación alguna. Duermes.

miércoles, diciembre 14, 2005

de nuevo!

Ora sí, parece que volví, despuñes de un rato de no poder acceder a esta cosa, jejeje, sopas, al rato que despierte me pongo a subir cositas que tengo por meter por acá.

el autor