miércoles, noviembre 02, 2022

Por eso la terquedad termina por enfermarnos

"nuevos países necesitan nuevos habitantes con nuevas formas de pensar. Habitar el pasado es, técnicamente, vivir bajo el riesgo del colapso de las estructuras. Dicho de otro modo: construir una nueva casa y meter en ella muebles viejos supondrá siempre una constante exposición a los bichos o virus que los habitan y que, a la larga, terminarán por enfermarnos. Por eso lo nuevo va de la mano con lo nuevo. Por eso lo viejo resalta tanto cuando es puesto en perspectiva con lo nuevo. Por eso la terquedad termina por enfermarnos".

-El colmonauta, Marl Debroxi. página 78

Quemar las naves

"estoy aprendiendo a dinamitar las creencias sociales y culturales que arrastro en un intento por sobrevivir. Y no es porque quiera vivir algunos años más, un segundo siquiera, sino que prefiero avanzar a mi propio paso, cargando a cuestas, si es que así lo hiciere, aquel peso que yo mismo haya elegido".

-El colmonauta, Marl Debroxi. página 192

Por el bien de tu alma. Responde siempre

"Nunca, nunca, nunca te quedes con las ganas de decir algo. Nunca dejes sin respuesta una pregunta, no por educación, sino porque es injusto dejarle la duda, la incertidumbre, la ansiedad que genera la ignorancia, porque nunca sabrás qué tan crucial es la respuesta para la otra persona. Porque tú no sabes si tus palabras podrán salvarla o condenarla. Porque nadie sabrá nunca si quien te pregunta va a morir en los próximos minutos, por el bien de tu alma, porque nadie nunca pretende darle largas a una respuesta si supiera que esa persona, que quien cuestiona, va a morir próximamente. ¿Y qué si eso pasa? Porque no vas a querer quedarte con ese sentimiento de culpa. Porque jamás te vas a dejar de preguntar qué hubiera pasado si hubieras respondido en ese momento. Porque es lo mejor. Por el bien de tu alma. Responde siempre".


-El Colmonauta, Carl Debroxi p. 9

El libro del buen adiós, capítulo 3 p.77


David Chávez

"En ocasiones como esta busco desamparado el abrazo silencioso de todos mis muertos. Ellos saben lo que de verdad siento, lo que de verdad pienso, lo que de verdad hago. Ellos creen en mí como yo en ellos. En ocasiones como esta busco su abrigo, su consuelo, su respaldo. Y encuentro la respuesta en un escalofrío, un ligero tremor que recorre mi brazo derecho, arremolina mis ideas. Luego, como un regalo, criada por el aire frío con que se acaba el año, concentrada de mis temores, del lagrimal izquierdo se me desprende una joya que cae en mis manos y que conservo como un tesoro. Suspiro, confortado por mis muertos".

El libro del buen adiós, capítulo 3 p.77


Por kilómetros de tiempo. Por toneladas de metros.


David Chávez 

        No hay ausencias. La presencia está en. La insondable memoria. En una palabra el recuerdo se agazapa a la espera de. El momento. Le da casa, lo hace habitarle. Y le llamamos ausencia a lo que en realidad es distancia. A cada paso del tiempo. Ellos. Ellas. Quienes han muerto. Se han quedado quietos. Quietas. Han detenido su caminar. Somos nosotros quienes avanzamos nosotros en realidad quienes nos alejamos de ellas de ellos. En un momento de nuestras vidas. De la suyas. El recuerdo da caza a la memoria. La habita. Ellas. Ellos. Nosotros. Quedan sepultados por la distancia. Por kilómetros de tiempo. Por toneladas de metros. Entre ellas. Ellos. Nosotros. Nos hemos distanciado tantos años y tan entre ellas. Entre ellos. Nosotros. Ellas. Ellos. Están en la casa. Les habitamos. E ignoramos que han conseguido escapar de nosotros. De ellas. De ellos. ignoramos que nos cazan. Se han adelantado kilómetros de horas, toneladas de hectolitros. Nosotros. Nos dan casa. Nos habitan. Dejan como muestra de ello aquel olor. Ese sonido. Esta sensación. Aquella palabra. Aquella imagen que nos hace recordarles. Que nos recuerda que nadie está ausente. Que tan solo han tomado un atajo, otros rumbos. Que se han quedado físicamente quietos. Que entre ellas. Entre ellos. Y nosotros. Hay muchos tipos de caza.