sábado, abril 22, 2006

La otra cara de una (o varias) moneda (s)

david chávez

Veo las noticias. Varios investigadores descubrieron un pergamino en el cual aquel que me traicionó –la gente dice que fue un denario- y me entregó a las otras monedas relata la verdadera historia: que no fue un traidor sino un héroe y que fui yo quien le pidió que actuara así.

La verdad es otra. Hace años, algunas monedas de distintas nacionalidades discutían sobre una ley antigua de un profeta. Estaban todas en el cestito de las limosnas, su templo. Una de ellas, la de mayor denominación, de color verde su túnica, se levantó entonces para expresar a las otras que debían ir con el César. Allá les darían, tras el éxodo de sus padres para llegar a la tierra prometida, los privilegios y beneficios que ahora les estaban negados, y acabarían –aseguraba- las vejaciones de las cuales eran objeto.

En el clímax de la discusión yo entré al templo. Venía de la mano de una viuda. Me llamaban óbolo. Al ver a las otras les dije que no debían seguir las leyes dictadas por el profeta, que él tenía otra visión de las cosas. Tenía mi cara marcada. Había sufrido bastante. Les dije: "Oísteis que fue dicho: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”.

La propuesta no fue bien recibida. Las demás pensaron que yo era un falso profeta y me siguieron el rastro y terminaron marcando con una cruz mi cara y cuerpo para luego desperdigar por el mundo a mis apóstoles. Se dice que varias monedas y billetes me vieron tiempo después, antes de que ascendiera al reino del comercio y el trueque fuera la piedra sobre la cual edifiqué esa historia. Lo que digan los demás me tiene sin cuidado. Que los perdone el creador porque no saben lo que hacen.

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