viernes, julio 07, 2006

Diferente

david chávez

Como los demás, él también pensó en moldear su rostro a conveniencia. ¿Qué más valía si lo hacía dependiendo de su estado de ánimo, de su personalidad? Dejó de lado esas preguntas, superficiales para él, y continuó en su experiencia, en su aventura de mutar el rostro a voluntad.

Al caminar por la calle, al abordar el camión no importaba si traía sus audífonos y su discman, era igual: quería aislarse un poco más, tan sólo un poco más. Así, cuando no quería que lo miraran ponía un rostro común, como el de cualquiera otra persona y seguía en sus asuntos. Si percibía que algún extraño se dirigiría a él para preguntarle por alguna calle simplemente su cara adoptaba un aire de extranjero, de turista. En su casa, si alguien llegaba a preguntar por él transfiguraba su rostro y simplemente decía que era un trabajador contratado para reparar cualquier cosa.

Sí, también llegó a preguntarse si algún día se arrepentiría por hacer eso y entonces qué cara iba a tener… poco a poco se dio cuenta de que su rostro no era el mismo de antes. Había cambiado tanto. Cuando decidió que era un error aislarse así de la gente, desesperado, buscó entre sus cosas viejas, libros, álbumes. Comenzó a ejercitar el rostro una vez más, a concentrarse.

Logró rejuvenecer tanto que cuando llegó a encontrarse con antiguos compañeros de escuela muchos de ellos le comentaron: “sigues igual , no has cambiado nada. Te recuerdo tal y como estabas, estás igualito, pareces una foto”. Sonrió al verse en el espejo, donde tenía pegado el retrato de la fiesta de graduación. Unas semanas más tarde aún dudaba de si había hecho lo correcto.

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