jueves, junio 28, 2007

OCHO La muerte. Me gustan las malas palabras y las groserías porque son puro sentimiento. Uno puede conocer el estado de ánimo según el nivel de volumen de la mentada de madre. A veces me tiro al sol (quiero decir que permanezco inmóvil, en alguna posición sobre determinada superficie, a recibir en mi cuerpo algo de luz solar) y siento sudar. El calor. La brisa. Los tremores del suelo. Me gusta saber que el tiempo que tenemos está contado, como una cuerda cuya longitud ha sido dada de antemano. Me gusta pensar que cada uno de nosotros somos cuerdas que se van entretejiendo y que la cuerda se revienta por lo más fino. Me gusta la provocación y me caga que piensen en la procacidad y en la vulgaridad como algo malo. Lo son cuando no son claros, cuando no tienen sentido. Y todas las cosas que carecen de sentido bla bla bla bla bla. Me gusta pensar que tenemos que hacer alguna actividad en lo que nos llega la muerte. La pérdida duele. Yo mientras tanto escribo. Y fumo.

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