miércoles, diciembre 19, 2007

Mefistofelefiano

David Chávez


La vida que se va a sorbos (a momentos la vemos tan exprés), me dijo el tipo americano, parecido al tío Sam, con ese español molido con el que desgranaba cada palabra, es cosa de desvelos y sobresaltos. Hay quien se amarga la vida y se entenegrebrece el alma, dijo (y se llevó la mano al pantalón para sacar el reloj de bolsillo con leontina que marcaba unos minutos pasada la medianoche), que muere entre sufrimientos inenarrables.

Pero existe gente como usted, dijo (y con la mano derecha se acicaló la barba terminada en punta, mostacho salvadordalicesco, para después, con gesto de preocupación, acomodarse un par de protuberancias que parecían crecer de a poco en su frente) que es más sensata y se alegra el alma, la vida, como con tres cucharaditas de azúcar. Ahora, ¿sería usted tan amable de firmar el contrato de compra-venta? De preferencia con su sangre, sí.

Recuérdelo, dijo (y dio un último trago a su café para después encender con lo que parecía ser una cola terminada en punta ese cigarro que dejó el departamento hediondo a azufre), que a las mujeres ni todo el dinero, ni todo el amor. Pase usted buenas noches.

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