domingo, noviembre 02, 2008

Salidas por tangentes

David Chávez
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El purgatorio sería como esto. Hace tres días, en la estación metro Baquedano, aquella mujer gritaba que revisara las cuentas, mi hijo está enfermo no tenemos gas haré horas extras. Todo un espectáculo. Póngase en mi lugar, chilló. El tren aceleraba. Me hartó. Clavé los ojos en ella. Póngase en el mío, le grité. Entonces, inexplicablemente, sucedió. Ella se alejaba en el vagón en que antes estuve. Desde entonces estoy en el andén. Me contagió también con su angustia. Podría decir que hasta me lloran los ojos. Quizá sea lo justo: a alguien, alguna vez, debemos poner en nuestro sitio.
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