martes, enero 05, 2010

Sucede que a veces no hay nada como un chingas a tu madre

David Chávez



Sucede que a veces, cuando escribo, tiemblo. A veces lo hago cuando pienso en lo que podría escribir: una furia mal curada, una emoción descontenida que me rebasa, alguna idea que febriliza en mi cabeza y que me parece genial, sobre la que pienso -después de escribirla- que es una reverenda pendejada.

Escribir, a veces, es como velar armas. Pero sucede que a veces escribir es visto como un no combate, como una no lucha, como un no estar armado. He temblado, repito cuando he escrito. Lo he hecho tambié lleno de furia, cegado y poseso de un espíritu fiero, demandante, descontenido que selecciona cada pinche palabra con tal tino que hiera o mate o remate. La musa muere.
Las Furias mandan. Dictan.

Sucede que a veces, cuando se recibe el dictado, cuando alguna de las musas sobrevive, quedan retazos de palabras tiernas. Cuando una de ellas vence, cuando las Furias son dominadas, la visión de las musas es otra. Musas mecánicas que dan la vuelta de tuerca.

Sucede que a veces los combates entre ellas son desiguales y no se sabe quiénes ganarán. Uno podría decir entonces que se encuentra entre "fuego amigo", recogiendo la metralla ardiente y despojos de las armas usadas con las que se pueden construir otras. A esas armas se les ponen palabras como municiones. Yo simplemente espero entrar en combate. Y mientras, en lo que algo sucede, guardo parque, luthierizo nuevos artefactos: veo cómo luchan musas y furias.

No hay comentarios.: