lunes, agosto 04, 2014

el.óbolo.de.la.viuda.lucas.21,1-4.david_chavez.wiki


En aquel tiempo, don Jesús el sacristán nos llevó al templo para que observáramos cierto acontecimiento, sobre todo durante la misa, en días de quincena. Y fuimos. Pudimos ver con asombro cómo, al paso de la señora con la canasta donde se recogen las limosnas, un par de pequeñas monedas golpeadas, llenas de herrumbre y óxido, sin lustre, rayadas y añejadas por el paso del tiempo, caminaba por uno de los pasillos del templo y tras de ellas un hombre y una mujer adinerados, a ojos vistas acaudalados, opulentos; eran tratados a manera de prisioneros, amarradas las manos con hilo fino de seda, y fueron dados como limosna a la mujer de la canasta, quien sonrió y agradeció la nobleza del par de óbolos.

Luego, don Jesús dijo que los centavos habían dado más en limosna que todos. “La mayoría dio como donativo las monedas que les sobraban, pero los óbolos trajeron a sus ricos, dando así de lo que necesitaba, es decir, todo cuanto tenían para vivir”. Luego guardó silencio y comenzó a sacar panes muy bien condimentados, crujientes como el bolillo, y una variedad cara de salmón.

“Tomen y coman”, nos dijo.

Y cuando vio a Rubén atragantándose nos dio unas botellitas de agua Chateldon que, mientras comíamos, fueron adquiriendo un color rojizo y que, tras beberla para pasarnos el bocado, Lucas describió como “salsa catsup de altísima calidad con sabor a vino”.

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