lunes, diciembre 19, 2005

La historia de las tres manecillas

David Chávez

Las tres manecillas, sobrinas del tiempo, paseaban un día por la carátula del reloj. Alta, espigada, la manecilla del segundero veía con insistencia el cristal transparente que le impedía ser libre. Sus dos hermanas, la de las horas y la de los minutos, notaban que su descarnada y allegada contemporánea se volvía cada vez más nerviosa.
La más pequeña y regordeta de las tres, la de las horas, sólo pensaba en los banquetes que su tío preparará con anterioridad, cuando su esposa cumpla un milenio más de edad. Y es que su tío no pasaba en vano. Mientras fantaseaba y especuleaba sobre esto, sus hermanas comenzaron a discutir por un problema de medias horas.
La más delgada de todas, harta al fin de que la otra desoyera sus razones, se echó a correr después de hacer una rabieta. Tras ella iba su hermana mayor, gritándole que esperara, que mira, ven, no pasa nada, todo está en orden, mientras la botija de las horas –rumiando y caminando lenta – le gritaba a la perseguidora que la dejara en paz, ya vendrá, tiene que volver, por qué la prisa.
Y los números, del uno al doce, miraban el drama de las tres hermanas, que de vez en cuando descansan (generalmente cuando al reloj se le terminaba la cuerda) para después seguir una tras la otra.

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