jueves, junio 28, 2007

CUATRO Sexo y sexualidad. Aunque fui iniciado en estas bellas artes a temprana edad (pónle tú a eso de los 11 años) fue casi una década más tarde cuando penetré en los oscuros misterios entrepiernosos, vigilados por las mujeres. Seguidor del dogma macdonalesco (“dedicados a hacer sonrisas”) con visos freudianos (“todo gira en torno al sexo”) a los 18 años llegué a pensar que no, no es amor: se llama orgasmo. Más tarde descubrí mi error y me di cuenta del ciclo de la vida: naces, creces, fornicas (te reproduces) y te mueres; ergo, nacemos para fornicar. Me considero antigalán, influenciado por el romanticismo, el lirismo, el tabaquismo de amigos, el alcoholismo de familiares, el escultismo de los scouts de noches sin dormir, los Fabulosos cadillacs y Molotov y me gusta que una nena se deje conquistar a sonrisas, a punta de pupilazos. Miren, el pueblo de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros.

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