jueves, junio 28, 2007

TRES Gastronomía y excentricidades. Mole, pipián y menudo jamás entrarán a mi estómago. Nunca. Desarrollé un instinto de repulsión hacia esos platillos de la cocina mexicana no sé cuándo ni por qué. No sé si son sabrosos. Puedo golpear a alguien si me obliga a tragarlos. Contrario a ello, “puedo comer los tacos más grasientos esta noche (…) beber, a lo lejos, una chela que llora de frío hasta vaciarla”; considero que las aguas frescas de tamarindo, chan, alfalfa, naranja, limón, guanábana, papaya, mandarina, guayaba, arroz, jamaica, el tejuino, la tuba, el tepache y el bate (o vate, no recuerdo cómo se escribe) deben ser de consumo obligatorio todo el año en Colima. Recomiendo el tepache y el tejuino con un chisguetón de tequila cuervo. Si su ofrenda es un holocausto de ganado mayor ofrecerá un macho sin defecto.

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