domingo, marzo 14, 2010

vaivenes

david chávez


Miro hacia atrás y me doy cuenta del trecho que he avanzado. no quepo en Colima, no porque me quede chica, sino porque no encajo en su ritmo. ya no encajo en su ritmo. y si yo tuviera la misma intemperancia, intempestividad, lo terco y necio, lo imaginacional y la estupidez de David Chávez, la forma en que le busca la forma de hacer las cosas que quiere y le gusta hacer -como escribir, por ejemplo, o cocinar, por otro ejemplo- no tendría problema alguno en sentirme ya ubicado en San Luis Potosí, por ejemplo.

No me sentiría tan cansado de andar tan al trote, resistiendo, avanzando por la vereda, el camino polvoriento, cavilando y aplicando la forma de subir y remontar esta pendiente hasta llegar a donde pueda verse lo que está por venir, la nueva forma del camino que está más adelante.

Sucede que en ocasiones la curiosidad es un buen aliciente. Si yo tuviera la curiosidad de David Chávez -carajo!-, o el feelling, la alquimia y el timing de Carlos Ramírez Vuelvas, la explosividad y tino de suspicacia, el valor de caminar de Volpi, alias Óscar Fernando Chapula, el tacto para estar en un par de lugares ideológicos tan opuestos como en el cielo y en el invierno y tener el poder de mezclarlos -estar en el cielo en el infierno y en el infierno mientras se intenta llegar al cielo- que posee Julio César -salve- Zamora (Parri querido); lo pequeño/precioso, templado y acicate que puede ser un giro, un guiño, una finta en el humor, la amistad Yanezcastillosa de Alberto mi Bristy; lo tumultuosa y aduanera que es la vida, las vueltas que da, sus vaivenes hedónicos y medulares transfronterizos como se lo ha demostrado a David Chávez Paulina Barrenechea; la sorpresa de lo sencillo, el fluir, aenimesco, toolousero aprendido gracias a Pablo Angulo; los tremores y angustias que se disuelven con una dosis de guararé, bebiendo intravenosamente los influjos hectorlavoreanos que prepara Clara Parra; el compadrazgo y la confiansividad a botepronto-crecerápido en la cocina y la compañía de Roberto Machuca; la tejumbre y guiserío, el hermanamiento generacional que Lucy Gutiérrez Santana le han enseñado; la mexicaneidad y el chilenismo a flor de piel en las buenas y en las malas de Iván Trejo, de la comunidad chilenomexicana de la facultad de Derecho de la Universidad de Concepción, la de Letras, la de Maderas e Ingeniería Civil de la Universidad del Bío-bío; el cálculo, creatividad y animosidad que aprendió de Javier Zepeda y Óscar Rivera; las palmadas en la espalda de parte de Tapiro, los cigarros que escuchan de Marek Daniela; el cigarro y la cerveza templados de Lalo Urzúa; los ojos acuosos, llenos de risa de Nora Jiménez, Rosa Arias; la haceladepedotividad de Olivia Cannales y familia; el hazparismo de la banda potosina: la inguesuidad de Gabriela Nájera, la tos y desveladas fifaleras de David Pérez unidas a la opericia de Sara Martínez; la confianza y lazos de Alejandro Roque; la adoptividad amistosa con que se cuentan las alegrías y desgracias entre Dilva Castañeda, Goyo Preciado y David Chávez, similar a la que tienen entre ellos Avelino Guzmán y Los Escapistas, la familia y otra situaciones que a diario nos ponen a prueba, borrándonos de la memoria a otros y otras a quienes queremos, yo podría ser un poco como David Chávez: sería "el que esto escribe".

A veces siento que no encajo ni en el pasado ni en el futuro y el presente lo ocupa ahora David Chávez.

A veces siento que lo que a uno lo mantiene en el camino, lo que a mí me mantendría en el camino, aunque David Chávez siga en él, es saber que alguien nos mira, como a estas letras, como los ojos de Amanda Cárdenas, como la sonrisa de quien nos quiere, y se sonroja al descubrir que estas letras también te miran, mientras uno camina lentamente y se pierde en la distancia, desbaratándose como un cercado de piedra, precipitándose como lágrima a la comisura de los labios, de sus labios, de mis labios, de tus labios dentro de tus ojos.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenido a San Luis Posito...
Al que "escribe" y al que "lee"...

Y yo no me sonrojo por cierto.
Besos

Carlos Ramírez Vuelvas dijo...

Papadzul, yo sí me sonrojo. Muchas gracias por tus comentarios. Supongo que uno es de uno mismo: nuestros pinches sueños, errores, terrores, horizontes y pedacitos del corazón. Chido liro. Además, tú eres de la Villa, que. CRV.

Lucía Sabina dijo...

Por la chispa, el humor y la espontaneidad del David Chávez que yo conozco. Ni de aquí, ni de allá...

deivid dijo...

íralos, no se están quietos!

Un abrazo a los tres!

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Pues sí... a veces hay que darle la vuelta al mundo para encontrarse (a uno mismo). Y según Won Kar Wai, a veces uno toma el camino más largo para cruzar la calle... y en ese deambular se disfruta mejor el paisaje.

Muchos Besos,
Amanda.

Anónimo dijo...

Pues sí... a veces hay que darle la vuelta al mundo para encontrarse (a uno mismo). Y según Won Kar Wai, a veces uno toma el camino más largo para cruzar la calle... y en ese deambular se disfruta mejor el paisaje.

Muchos Besos,
Amanda.

Anónimo dijo...

=) todos los abrazos del mundo, colega...

Alma dijo...

Ay el David.. cuanod escriobes no pareces tú, ni te sientes tú, ni te creo tú... pero si una décima parte te conozco (por los micromomentos compartidos) la neta siempre sabré que eres el mismo.
SaLUDOS