jueves, julio 29, 2010

deivis&cheves 38 final

David Chávez


Sara y Cheves salen de la oficina en silencio. Caminan hacia la terraza. Nos reunimos ahí. Escuchó poco, me dice Cheves. SAca un cigarrillo, nos ofrece la cajetilla, Sara y yo tomamos uno cada quien, encendido por Cheves. No escuché mucho, regresaré y veré qué más consigo averiguar, dice ella. Camina de vuelta a la mesa y de camino se encuentra con Moz. Ese cabrón me saca de onda, dice. No veo por qué. Parece que Sara y tú siguen igual de enamorados. No es lo mismo, dice. No es lo mismo, repite.

Suenan los acordes de una guitarra. Shilospiu sonríe. Bil y Serrano beben en la barra mientras Renata sale del cuartito del amor. Pixies, este cabrón puso a Pixies. ¿Qué tiene de malo?, pregunto. Lo miro, me fulmina con su mirada. Oquei, entiendo. With the feet in the air and your head in the ground you try this trick and spin it, yeah. Digamos que ahora sé lo que no quiero, dice. Suena el celular de Cheves. ¿Estás segura? Sí, ahora mismo les digo. ¿Avisaste a la policía? Perfecto. No, tranquila, no va a pasar nada.

Moz y Sara entran a los baños. Uno, dos, cuatro, seis tipos encapuchados entran. La gente grita. Tranquilos, por favor dejen sus celulares en la mesa, comenzando por usted, señora, le dicen a una mujer. Seis, revisa ese cuarto, dice el que parece el líder refiriéndose al cuartito del amor. Dos, ve a la cocina: quiero ver todos los celulares sobre las mesas. Todo listo, dice, regresando. Oquei, ahora al suelo, dice el líder.

Dénme sus celulares, nos dice un tipo armado a nuestras espaldas. Le damos los aparatos. ¿Hay alguien ahí? No, es la oficina y la bodega, digo. Tres, grita al que parece ser el líder, ok, Uno te cubre. El tipo al que se refieren nos encañona. El otro revisa la oficina y la bodega. Nadie intente nada, dicen. Todo bien, le dice al líder. Regresa a donde estamos. Avancen, nos dice. Caminamos hasta el baño, adentro, nos dice. Sara grita. No les haremos nada si cooperan. Tú, le dicen a Moz, ven con nosotros. Pueden usar sus teléfonos dentro de diez minutos, dicen. Encapuchan a Moz. Disculpen las molestias, son ustedes muy amables, dice. Salen, se lo llevan. Se escucha un chillido de llantas.

¿where is my mind?

Nos quedamos como si un terremoto hubiera sacudido el lugar. Acá, ayuda, grita un tipo. Hay un par de señoras histéricas, otro tipo más se desmayó. ¿Where is my mind? ¿Quién chingados eran esos?, pregunta Cheves. ¿Están todos bien?, pregunto. Bil, Serrano, ¿todos bien? Asienten moviendo la cabeza. Se sirven un par de tragos. Suenan varias sirenas y un crash a lo lejos. Luego disparos. Ovalle, el gobernador y Pedro llaman por teléfono. ¿Papá, estás bien? Sí, tranquilo. ¿Cómo está Sara? Estoy bien, dice ella, alisándose la ropa. Bil y Serrano corren a la calle.

Varios policías llegan. Un par de paramédicos entra a atender a la gente, otros se retiran, asustados. Los pocos que quedan beben tragos fuertes en la barra. I was swimming in the Caribbean. Bil, Serrano y Damiana entran al bar. Cheves, Renata y yo corremos hacia ellos. ¿Te pasó algo, estás bien? No mames, Cheves: la próxima vez tú los vas a detener. Sonreímos. Abrazo a Damiana. Te luciste, güey. Hey, ¿puede revisarla por favor?, le digo a un paramédico. Acaba de chocar. ¿Fuiste tú, Damiana?, pregunta Sara, sorprendida. Sí, había que detenerlos. Sólo atravesé el auto, quedó hecho mierda del frente, pero se detuvieron. Bajaron. Me hice la desmayada. Me duele el cuello, lo siento caliente, dice. El paramédico le coloca un collarín, la recuesta en una camilla dura y la sujeta. Se echaron a correr pero ya la policía los estaba esperando. Dispararon. Bil y Serrano llegaron por mí y me trajeron para acá.

Pedro, Ovalle y el gobernador se acercan. Muchacha cabrona, le dice don Benjamín. Te pudieron matar. Bueno, ahora les toca a ustedes, le responde. Tome, investigue qué agentes no vinieron. Serrano le extiende el celular al gobernador. Sirve que hace una pequeña limpia. Bil sonríe. Pensamos que Toño quería la zona, pero a él no le interesa, me lo dijo antes de irse a Estados Unidos, comenta Cheves.

¿Qué chingados hicieron?, pregunta intrigado Ovalle. Panóptico, contesto mientras saco un cigarrillo. Más patrullas inundan la zona, un par de balazos más suena. La luz de las torretas hace que desconozca el bar, como si fuera otra la iluminación, como si todos nosotros fueramos otros. Animals were hiding behind the rocks except the littel fish. Lo idearon las chicas. Todos vigilan a todos, dice Renata, le guiña un ojo a Sara, saca un cigarrillo, lo enciende y simulando una pistola hace como si le disparara.

En realidad, así funcionaba en Cancún, comenta Shilospiu. Todos los bares eran como uno solo. Cada uno de nosotros sabía lo que pasaba en los otros bares, quién podía entrar, quién no, quién causaba problemas, quién trabajaba para quién, qué quería cada cliente. Dónde, cómo, quién, a qué hora. Ya los atrapamos, dice un policía.

Todos cuidando de todos. El comandante Calixto, presenta Renata. El tipo saluda. Lo conozco, dice el gobernador. ¿Cómo está? Vengo a informarle: un policía fue herido, hay dos tipos muertos y el resto están heridos por el choque. Acá no se reportan más que casos de histeria y pánico, todo lo demás normal. Bien, espero el informe. Con permiso, dice, y se va.

El cabrón de Bil se sacó eso del panóptico: algo que había leído hace poco: un lugar donde todos veían a todos. El hecho de venir sin guardaespaldas prueba que no es gente de Toño. ¿Cómo lo saben? Way out in the water, see it swimmin'? Ni él ni su gente sabían que ustedes estaban sin guardaespaldas. Algo arriesgado, comenta Serrano, que se incorpora al grupo. Suena el celular de Renata. Sí, todo bien, tranquila. Te llamo luego, no no vengas. Cuelga. Mi tía: dice que están dando la noticia del tiroteo por las noticias. Me abraza. Cheves y Sara nos miran, luego se miran entre ellos. Esconden la mirada después.¿Y cómo fue que?, pregunta Ovalle. ¿Que los atrapamos? La gente los detuvo. Panópticamente, dice Bil, y sonríe. Try this trick and spin, yeah!

La zona es segura porque todos nos conocemos. Cada negocio, cada empleado. De a poco comienzan a entender. Además, si me perdonan, ustedes sirven más vivos que muertos, dice Cheves. Your head will collapse if there's nothing in it. Por eso la inversión. Bueno, el bar está funcionando, que es lo que cuenta, dice Sara. Se hace un silencio incómodo. Hablaremos después, dice Ovalle.

Por cierto… ese chico, al que se llevaron, venían por usted, responde Bil a la pregunta de Ovalle. Es una suerte que sean tan parecidos. Sí, así veo. A Ovalle no le cae bien la broma. Se despide de Pedro. Moz llegará más tarde, lo están revisando los paramédicos. Yo también me retiro, entonces, dice el gobernador. Ovalle se va. Me quedo, dice Pedro.

And you'll ask yourself where is my mind?



Concepción, Chile. 29/30 de julio de 2010

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