miércoles, junio 30, 2010

deivis&cheves 19

david chávez

El padre de Cheves vino a buscarlo. Nunca lo había visto. Él me contaba poco sobre él. Sobre él y su familia. Bueno, no tan poco. Ahora que lo pienso no hemos hablado mucho desde que nos vimos en Puebla; después de que me convenció de abrir el bar, hemos hablado poco. Quiero decir, sólo nosotros dos. A veces extraño Cancún. Sobre todo después de cerrar el bar. No había más por hacer, sólo regresar a casa. Antes íbamos a la playa. Extraño el calor, la seguridad de conversar, de hablar, sólo hablar y hablar. Beber un poco, quizás. Es como mi hermano. Entonces, Je. Él sería como mi padre.

No pasa nada, te digo. Mira, él vino a hablar conmigo y le comenté lo que pasó con Sergio. Ese mismo día ustedes vinieron y te diste cuenta de cómo estaba todo. No, no tengo miedo. Ese pendejo es un hablador. Sí, también me lo dijo y le pedí que por favor no interviniera. Sólo déjennos trabajar. No. Es muy pronto. Sí, David puede llevarlo pero sería dividirnos y no quiero eso. Creo que nadie lo quiere. Son mi familia, papá. Otra familia. Tú también lo eres. Abrir otro bar es muy pronto, papá. No. A ver, mira, no lo hacemos por el dinero. Nos está yendo muy bien, sí, sí, espera, nos va muy bien. Cada uno ha recuperado la inversión en casi un 500 por ciento, nos gusta hacer lo que hacemos y no hemos tenido problemas con nadie. No, no lavo dinero. Tampoco extorsiono a nadie. Tan no es así que voy, vamos, nos repartimos las labores y los pagos: un día yo voy a pagar todo, otro día va Damiana, otro día va Serrano. ¿Cómo putas voy a desconfiar de mis amigos? ¡Estás loco! No sé de dónde sacas esas ideas. De mi madre debe ser. Mira, todo va bien. No. Nada de seguridad afuera, nada de traer a tus amigos y si vienen diles que la cosa es derecha. Nada de dinero manchado.

Es raro cuando se enoja. Sólo tiene el carácter de su padre. A quien conozco más es a la mamá. Es un amor esa señora. Y cocina riquísimo. Él también, sólo le falta un poco de sazón. Damiana, mesa ocho, dos pizzas y una tabla mediterránea, por favor. Voy. ¡Pero ya! Ok, ok, pinche genio caray. Hola, ¿le traigo algo? No, mi papá ya se iba. Ella es Damiana, ¿la recuerdas? ¿La niña que? Oh, sí, sí, sí, estás enorme. Gracias. Un rubor le centellea las mejillas. Un gusto volver a verlo. El gusto es Damiana, la comanda de la ocho está lista, con permiso. Pasa. Guapa la niña. ¿Tu novia? No: ella es como mi hermana. Esa que nunca tuviste. Papá. Ya, tranquilo, no pasa nada. Mejor me voy. Salúdame a David. No debe tardar en llegar: o está escribiendo o fue a pagar las cuentas. Señor, tanto tiempo caray. Te lo dije. Hombre, cómo has estado carambas contigo. ¿Sigues escribiendo? Por supuesto. David me ha contado que tienes un cuento muy bueno, luego me lo haces llegar para hincarle el diente. En cuanto pueda. ¿Y escribes de esto? ¿De qué, sobre el bar? No, hombre, el bar disfrútenlo. Sobre esto, lo del narco, de la mierda en que se ha convertido la política en este país. No, nada. Bien, bien. Tú escribe, carajo, qué más da. Eso haré, dele mi saludos a doña Mónica. De tu parte. Nos abrazamos. Te encargo mucho a David. Sí señor, yo acá se lo cuido. Consíguele una novia... va, voy a trabajar en su encargo. O un novio. Damiana se caga de risa, yo con ella, David se pone rojo. Es broma, aunque quién sabe. Cuídense, que llueve mucho plomo últimamente.

¿Es advertencia? No. El viejo siempre con sus cosas. Es buena onda. ¿Entonces: te gusta Shilospiu, Bil, Serrano o David? ¿Tú también? Damiana ríe. Yo sonrío. Serrano se nos queda viendo. Le gustas a Cheves, le dice ella. Serrano nos pinta un dedo y sale de la barra a llevar una ronda de tragos. Cheves le palmea la espalda a Damiana. Diles a todos que saliendo de acá nos largamos a la playa. Yo invito. Damiana salta y me empuja sin querer. Trastabillo y recupero el equilibrio. Conste: tú pagas, digo.

Concepción, Chile. A 30 de junio de 2010

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