viernes, junio 11, 2010

deivis&cheves 8

david chávez

David y yo hablamos mientras apostamos si hoy habrá más hombres que mujeres en el bar. En la mañana se jugó el primer partido, México abrió el Mundial, así que Cheves dice que la mayoría de los que lo vieron andan desmañanados, sin ganas de salir, por eso vendrán más mujeres. Yo digo que será al contrario: uno enfiestado no regresa al trabajo, o regresa tan sólo para ponerse de acuerdo con el resto y al salir buscar dónde seguir la fiesta.

Bien, ahora dime ¿todo ese rollo para ligarse a Damiana y nada? No. Le aceptó un par de tragos, pero nada más. ¿Le dio su número de teléfono? Vaya, ¿celoso? Nada, sólo me preocupa. Si dejaras de estar cuidándola te preocuparías de otras cosas. ¿Cómo qué? Un tipo. Serrano me contó que llegó y se instaló en la barra. Parecía sobrio. Saludó y pidió un ron. Luego comenzó a platicarle a Serrano que venía de casa de unos amigos suyos. Había estado con ellos, sus compadres si no mal recuerdo, celebrando que habían comprado una yegua. Seríamos como cinco, seis, no más. Porque cuando uno invita a más gente no se puede, no señor, ya es mucho, luego uno no se coordina con los demás o no falta el que desentona, el que le rompe la armonía a todo y sin embargo con cuatro o cinco si usted quiere ya uno como que le agarra la onda a todo, ¿o no, mi amigo?

Oiga, es guapa su amiga. ¿Son novios? Disculpe si me ando metiendo en lo que no me importa pero ya ve, le digo, uno tiene que ubicarse bien, saber dónde está parado. Por ejemplo yo, digo no es por presumir, pero tengo esposa y una hija y ya voy de regreso pa' la casa pero vio que se puso a llover y me metí y mire que es un bar, así que un ron para seguir, se antoja ¿a poco no? Entonces yo, le digo, ya con lo que he vivido sé dóntoy parado, ya sé que mire: uno, por ejemplo como ahorita, a mí me da curiosidad preguntarle y pues, le pregunto, ¿verdad? de manera que usted no se ofenda, si la señorita acá presente es su novia, pero por pura curiosidad si le digo que yo soy casado y toda la cosa. Mire, le cuento esto porque no hay que ser grosero: si uno es grosero, si no se comporta pues a uno no lo reciben en ningún lado y mire, le digo, en casa de mis compadres a mi hijita, porque son sus padrinos, pues la quieren mucho y yo también quiero a sus hijos. Hoy, por ejemplo, fuimos a comprar la yegua porque mi comadre estaba dale que dale con que una yegua que para las carreras y cuando llegamos con mi compadre con el animal mi comadre saltó de contenta y de volada fue y mandó traer sidra y vino y cerveza y toda la cosa. Yo tomé ron porque es lo que me gusta, pero mi comadre quería una potranquilla, para las niñas, ¿usted me entiende? Cosa que la pudieran criar desde chica y que la monten, porque su suegro es cuidador de caballos.

Entonces llegaron otros amigos, le digo, y se armó el eh eh eh salucita por aquí, salucita por allá, y ahí estábamos todos contentos, los justos, le digo, pasándola bien, sin envidias, porque los hermanos de mi comadre, uhhh, si usted viera cómo son de egoístas. Mire, mi compadre trabaja, le va bien, tiene su casa bien, grande, pa que corran y jueguen los niños, su buen trabajo, su buen dinero y no es de los que lo anda presumiendo, al contrario: así como que invita, como que comparte su dinero, ¿no? y así debe ser. Digo, yo así sería. Entonces para evitar malas vibras le pusieron a la yegua, acá en la mano derecha, un trapo rojo, para el mal de ojo, ya ve usted que no está de más, ¿verdad? Entonces pues como mi comadre mandó traer los brindis pues nos quedamos a celebrar. Nada de envidias, le digo. Porque uno debe ser derecho, legal, transparente.

Mire incluso yo le digo que a mí mis compadres me quieren mucho y yo los quiero a ellos, así de simple. Y soy de las pocas personas a las que dejan entrar a su casa. Así de sencillo. ¿Por qué? Porque yo no soy de las personas que se andan con chingaderas, a mí la verdad me da gusto que a mis compadres les vaya bien, que estén contentos y sus hijos también porque así es uno, uno le desea lo mejor a los demás para que a uno también le vaya bien, ¿a poco no? Por eso estábamos unos cuantos, como cuatro o cinco, los precisos. Y entonces por eso mi comadre mandó traer el bebestible, algo con qué brindar y festejar. Porque si uno invita gente de más, uh, mire, le cuento así rápido que una vez mi compadre invitó a un fulano y otras personas y como un par de horas después, uh, ¿lo va a creer que llegó mi comadre y así en confianza me dijo: compadre, fíjese que el tipo aquel me dijo que yo, que muy guapa, que estoy que lo otro y yo no sé si decirme a Juan? Pues mire, déjeme hablar con el tipo y ya si no se pone quieto entonces sí coméntele a mi compadre.

¿Se imagina? No, uno no puede andar haciendo eso, oiga: lo invitan a uno a compartir, a una casa decente, con gente decente, gente de bien, y uno lo menos que puede hacer es respetar, ¿a poco no? Mire más tardé en decirle eso a mi comadre que mi compadre en romperle el hocico al fulano ese. Tenía pa' matarlo a golpes pero hasta ahí la dejó. Obvio que tuvo la delicadeza de pedir un taxi y ora sí que literalmente mandarlo al hospital. ¿Ve? Por eso uno debe saber comportarse, uno ya no es chico, ya tiene sus años corridos, ya es responsable.

Yo ahorita, a ver, sírvame otro ron pa' ya irme. Yo ahorita termino este ron, gracias, termino este ron y me voy pa' la casa. Yo soy chofer de camiones, ¿sabe? Y aparte que mi esposa es tan guapa ella, ¿cómo la voy a andar dejando solita? No, yo me termino esta y me voy pa' la casa. Mire, le confieso: hace rato, cuando la comadre fue por los tragos, mi compadre sacó un par de churritos de mota. Nos fumamos uno, eso sí, todo con medida. Pero uno sabe, uno sabe hasta cuándo y en dónde hacerlo, ¿o no, mi amigo? Entonces, entre nosotros, por ejemplo, no es que nos corramos, pero sí a tal hora, si sabemos que el otro tiene que trabajar comenzamos a hacerle bromas hasta que nos ponemos serios y paramos toda la cosa. Sí, total, uno va, trabaja, ya tendrá tiempo de seguir la fiesta. Así que hoy fue así: una cosa tranquila, para platicar, para celebrar lo de la yegua. ¿Me puede decir dónde queda el baño?

¿Y? Se fue. ¿Cómo? Sí. Damiana prefirió retirarse de la barra y atender antes que el tipo siguiera preguntando si ella y Serrano son novios. ¡Qué cabrón el tipo! No te rías. Pero es buenísima la historia. Ni tanto. Bueno, esa escena. Bueno, no todos los días llega alguien a contarte sobre sus compadres. No, por eso lo digo. Igual no la escribiría. Allá tú. Ahí no terminó la cosa. ¿Ah, no? No. ¿Qué pasó después? Como el tipo no regresaba Serrano fue a buscarlo. Nada, se había ido. Como preguntara por el baño fue a buscarlo allá y ¿qué crees que encontró? No sé. 75 pesos. Ah, cabrón, ¿y eso? El costo de los dos rones que pidió el tipo. No mames. En serio. No, no mames, eso sí no te lo creo. Pregúntale a Serrano. No mames, no es cierto. Te lo juro. Cosas así pasan, aunque te rías. No mames, me cago del susto: si eso pasa en este bar... Ja, y afuera de él pasan cosas peores. Dame un cigarro. Tú los tienes. No mames, 75 pesos. Ni un centavo más ni un centavo menos, y nadie tocó ese dinero. No mames, voy a estar en mi oficina. Acaban de llegar cinco hombres más. La apuesta está hecha, en un par de horas veremos. 75 pesos, no mames.

concepción, chile. 11 de junio de 2010

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