miércoles, julio 07, 2010

davis&cheves 23

david chávez


Cheves anda raro. Parece pensativo. Le pregunto si es algo grave y me dice que no, que ya pasará. Me preocupa esto de que tenemos que hablar y no dice para cuándo. Güey, si hablas ahora es mejor, así te preocupas menos. No, no es eso. Te digo que estoy como ordenando mis ideas. En cuanto tenga bien claro el asunto y alguna forma de planteártelo te lo digo. ¿Seguro? Sí. ¿Quieres un ron? Va. Renata me ha estado evadiendo. Poco pero lo hace. ¿Qué putas le pasa a la gente hoy? Comió mariscos, de seguro, me dice Damiana. Tal vez.

Hoy me llegó una convocatoria de cuento. Pienso participar pero no sé. No estoy seguro de qué texto que haya escrito tenga el nivel para competir con otros a nivel nacional. Anoche mismo leí La generación de los enterradores, un compendio y estudio analítico sobre la generación de los escritores que nacieron en la década de los años 60 en México y... no sé. Tal vez todo está amafiado, tal vez es cierto que es complicado ser escritor en México, pero no me desanimo. Recuerdo también a aquellos autores que vimos en la carrera de Literatura, los locales, como llegó a nombrarlos alguien y no sé. ¿Cómo se habrán sentido ellos? Si, como dice el libro, con la llegada de la democracia en México, la supuesta y tan cacareada democracia, se estableció una monarquía no en la república, en el Continente Mexicano de las Letras, donde Carlos Fuentes es el rey y Jorge Volpi el heredero, ¿qué nos queda a nosotros, los aspirantes a escritores?

Temo que la calidad de mis textos no sea buena, que no tenga voz o estilo todavía, todo lo que no he leído (Rayuela entre ello) y todo lo que no he visto (varias películas de culto), incluso me preocupa que no tenga nada por decir, que todo sea, como alguien alguna vez me lo dijo, pura pirotecnia verbal. Disciplina me falta. Por eso escribo sobre este bar, sobre mis compañeros, sobre mis amigos. ¿Qué tan sana es la duda, qué tan sana es la respuesta? Y sin embargo sigo escribiendo, caray. Ahora recuerdo a Sebastián, él, que no terminó la carrera, él que ha ido más de cuatro veces a Europa, más que cualquiera de nosotros, él que se ha probado casi cualquier cosa probable y consumible.

De todas formas, el temor es eso: mera ignominia, ignorancia de lo que pueda pasar. Ya va siendo hora de que avance, con los ojos cerrados o abiertos. Total: uno es lo que es nomás sin importar los demás, sin importar que los otros tengan una visión equivocada de lo que uno es, de lo que uno no es. Sólo brota lo que siento, es verdad, lo digo y me comprometo, responsable soy y creo que el crecimiento es ahora y está en el mejor momento, como canta Fermín, de Control Machete, guapachosamente, en danzón, con ese Café Tacuba que soltó Shilospiu. Marzo estaba muerto.

Concepción, Chile. 8 de julio de 2010

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