martes, julio 13, 2010

deivis&cheves 27

david chávez




Cae un relámpago cerca. La luz, centelleante, nos deslumbra a todos. Luego, el estruendo, como si una decena de láminas de zinc hubieran caído desde lo alto de un edificio de dos pisos, le da la bienvenida a Cheves. Hijo de su puta madre, se me erizaron los pelitos, todos, cada uno de ellos. Los pocos clientes que han llegado sonríen ante las mentadas de madre de mi tocayo. ¿Todo bien?, pregunta. Asentimos. Ni modo, Shilospiu. ¿Qué se le va a hacer?, responde. Sesión acústica. ¿Unpluged? Va: puedo conseguir una grabadora con reproductor de cd's y unas cuantas baterías. En la oficina hay una guitarra. ¿Y quién la va a tocar?

Nos miramos. Cheves va por la guitarra. No chinguen, ¿es en serio? Cabrones, de haber sabido. Nananana, ya, toma: alguien sabrá tocarla. Tocayo, préstame el auto Me arroja las llaves. ¿A dónde vas? Renata, vamos. ¿A dónde? Pinche loco, ¿a dónde vas? Me miran, Renata no entiende nada, le guiño un ojo, salimos, subimos al auto, arranco, llueve a mares, encuentro la tienda, dejo el auto encendido, trucha por si pasa algo, ella sigue sin entender nada, bajo, entro, déme treinta velas, de las que tenga, ¿veladoras también? Sí, sí, sí, sí, todo sirve todo, démelas, espere, dése prisa, tengo el auto encendido allá afuera, en doble fila, permítame, tengo más adentro, oquei oquei oquei oquei ¿con estas basta?, ¿cuántas son? Como cuarenta. Bien, ¿cuánto le debo? Quince pesos las de vaso, son dieciocho, ahí van doscientos setenta pesos y las normales, esas blancas, se las voy a dejar a trescincuenta, por veintidós, son setenta y siete pesos, en total trescientos cuarenta y siete pesos. PAgo con dos de doscientos, tomo las bolsas y regreso al auto. Olvido el cambio. Ne, me digo, mejor así.

Un nuevo relámpago hacer que nos estremezcamos. Tranquila, ¿todo bien?, ¿qué chingados? Ah, ¡eres un cabrón! Sonríe. Sonrío. ¿Traes cigarrillos? Me queda uno. Enciéndelo. Fuma, fumamos, arranco, conduzco. Las calles están, irónicamente, desiertas con tanta agua. Llegamos en poco tiempo, fuma, entramos, fumo. Alguient toca la guitarra. Ya comenzaron. No, la están afinando. Es el papá de Cheves. Bueno, hasta que llegaste Davidcito. Señor, tanto gusto. No se moleste. ¿Qué compraste? Ayúdennos. Renata comienza a sacar las velas y las veladoras. Bil, Serrano y Cheves le ayudan. ¿Así que se van a poner románticones? Así parece, señor. Bien, bien, como antaño. Se. Y bueno, ya está afinada la guitarra, ¿quieren que les cante algo? Papá, nononono por eso pregunté, tú te callas. Sonreímos. Échese cien años, don, dice Shilospiu. Ah, un conocedor. De a poco, a pesar de los truenos y relámpagos, los murmullos de la clientela se rinden ante la voz del viejo. Canta perfecto, entonado, modula, le pone feeling.

Todas las miradas, las que podemos ver a la luz de las veladoras con las imágenes de vírgenes y santos en sus recipientes, de las velas blancas, van hacia el viejo, hacia la barra. Los mismos clientes han dispuesto, movido las mesas y sillas para escucharlo mejor. Otros se levantan, acercan sus sillas. La tormenta eléctrica pasa poco a poco, la lluvia parece sosegarse. Imagino que el viejo tiene poderes para controlarla, para amancebarla.

El viejo hace una pausa, Renata le sirve un tequila, carraspea y comienza a cantar en inglés:

When the night has come and the land is dark, and the moon is the only light we'll see. No I won't be afraid, no I won't be afraid just as long as you stand, stand by me...

Aplausos, aplaudo. El viejo, me dice Cheves, y enciende un cigarrillo. Se la rifa, contesto quitándole el cigarro. Muy buena tu idea. Gracias. Enciende otro cigarrillo. ¿Y lo de Renata? No lo sé, un impulso. ¿Y tú, qué onda con Sara? Ya nada. ¿NAda? Sí, seguro: nada: ya no me puede, ya siento esa indiferencia. Bien. ¿Quieres algo de beber? Un ron. Va. El viejo está en los últimos acordes. Cuando Cheves regresa ha terminado de cantar, la gente le aplaude, alguien toma la guitarra. La luz vuelve. La gente pide que la apaguen. Así se hace. Alguien, una voz, una mujer, de entre la penumbra, canta nuevamente en inglés:

You're just too good to be true
Can't keep my eyes off of you
You feel like heaven to touch
I wanna hold you so much
At long last love has arrived
And I thank God I'm alive
You're just too good to be true
Can't take my eyes off you...

Su ron, caballero. Gracias. Es Renata. Ambos, el deivis&cheves, todos, escuchamos cantar a Damiana. Un relámpago lejano le ilumina brevemente su cara. irónicamente canta con los ojos cerrados...

Concepción, Chile. 13 de julio de 2010.

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