lunes, julio 26, 2010

deivis&cheves 36

david chávez


a Óscar "Volpi" Chapula.


Hoy, pese a que es lunes, el bar luce con menos gente. Habrá corrido ya la voz, supongo, sobre lo que pasó el miércoles. Damiana está mejor y Serrano sólo necesitó un par de puntos, por eso sólo él regresó hoy a trabajar. Suena mi celular, contesto: es Llanes. Cabrón, al rato caemos por allá para celebrar el cumpleaños de Volpi. Bien, respondo. Acálos espero. Güey, el gobernador viene otra vez, me dice Cheves. Que venga, siempre y cuando pague lo que consuma, le digo. Ja, sonríe, enciende un cigarrillo y me ofrece otro, lo tomo, lo enciendo, fumamos. Serrano me dijo que su amigo, el que hizo la escena hace un par de semanas acá, le ofreció dar con no necesitamos eso, me dice Cheves. Lo sé. Lo mismo le he dicho. ¿Y él? Dijo lo mismo.

Una comitiva precede al gobernador. ¿Por qué si sabe lo que pasó el miércoles viene de nuevo para acá?, pregunta Cheves. Recuerda que esta zona está dentro de su plan de activación turística, como dijo el secretario federal, le digo. Ahora vendrá solo. Vamos. Entramos para recibirlo. Todos estamos en la puerta, lo saludamos. Se muestra afectuoso con Serrano. Lo acompañamos a la mesa, nos encargaremos de atenderlo entre todo. GRacias, dice, y agrega que esperará a un par de amigos suyos. Suena el celular de Cheves, suena el teléfono en la oficina. Cheves se encamina hacia allá no sin antes hacerme una seña para que lo acompañe. Entramos, contesto, es don Benjamín. Lo corrijo -pensó que yo era Cheves- y le digo que está ocupado.

No importa, era para avisarle y tú podrás decírselo mejor que nadie: voy para allá, tengo cita con el gobernador. De-de-de acuerdo, tartamudeo. Tranquilo, muchacho, que no pasa nada. EStá bien, yo le diré. Por favor, trata de que no se enfade, es una reunión de trabajo. Me pidió que le sugiriera un lugar tranquilo para hablar y le hablé del bar. Pero sí, lo sé: balearon a un tipo a una cuadra de distancia, el mismo imbécil que antes intentó navajear a Serrano y que golpeó a Damiana, pero escucha: si de veras quieren que los dejen en paz no queda de otra más que invertir y ni ustedes ni los vecinos tienen esa cantidad. Nada es gratuito, claro, y por eso es que estuvo ahí el secretario federal de turismo. El gobernador tiene una propuesta, yo tengo otra, veremos cuál nos beneficia a todos al final.

Don Benjamín, sepa que también me incumbe este asunto y lo sé, lo sé, a todos ustedes les incumbe y no tienen la culpa de haber abierto el bar en ese lugar sin saber lo que pasaría después, así que tranquilo. Pero creo que al menos Cheves debe estar enterado, sí, y tú te encargarás de eso, te veo en unos minutos. Cuelga mientras Cheves hace lo mismo con su celular. ¿Y?, me pregunta, tú primero, le digo. Sara: quizá se dé una vuelta por acá mañana. Suspiro, un poco aliviado. Voy a comenzar a hablar cuando suena nuevamente el celular de Cheves. Permítele, dice. Contesta, saca un cigarrillo, lo enciende y se sienta en el escritorio. Yo hago lo propio enla silla. Fumamos. Oquei, mejórate y descansa. No es necesario preguntarlo: se trata de Damiana.

Cuelga. Era tu papá, me dijo que viene en camino, le explico a Cheves. El viejo, sólo por joder, dice. Dijo que tiene una cita de negocios con el gobernador. No me chingues, sólo eso nos faltaba: que el viejo entre a negociar nuestro pinche futuro. Mientras se lleva las manos al cabello y mira intensamente al techo de la oficina le explico. Terminamos de fumar en silencio. Espero que el viejo tenga idea de lo que hace, estos cabrones no negocian. Quien quiera que se haya ofrecido como aval será dueño de la zona. Me late que fue Ovalle. Quién sabe, le contesto.

Salimos. Vamos por un trago, me dice. Camino a la barra nos detenemos, fríos, literalmente pendejos, de una sola pieza: Pedro acaba de entrar al bar, nos saluda con la mano en alto. ¿Qué putas hace este cabrón aquí?, pregunto. Vamos a averiguarlo. Caminamos hasta encontrarlo. Pedro sonríe, Cheves intenta hacerlo, yo estoy prácticamente emputado. ¿Qué putas haces acá?, le digo. Vengan, vamos a la terraza. Pedro recorre el bar con la vista, rápidamente. Se ha dado cuenta de que el gobernador está en el lugar. Al llegar a la terraza pide a sus guardaespaldas que nos dejen solos. Oye, no es lo que piensas, de verdad, me dice. No tenía ni puta idea de que el gobernador andaba por acá. Y mucho menos que tu viejo venía. ¿Qué?, ahí, mira, va llegando. Los tres miramos a la puerta. Don Benjamín entra.

Él tiene cita con el gobernador, le dice Cheves. Entonces, le contesta Pedro palmeando la espalda de Cheves, haz de cuenta que yo no estoy aquí. ¿Quién es el aval, Ovalle comprará la zona?, le pregunto. NAda, Ovalle tampoco quiere meterse en esto, responde. No te creo, agrega Cheves. Entonces pregúntaselo tú mismo: me acaba de llamar, viene para acá. Mis amigos entran, me buscan con la vista. No puedo creerlo.

Concepción, Chile. 26 de julio de 2010

1 comentario:

yola dijo...

Hola David:
Bueno chico..., sólo puedo decirte que escribas; lo haces muy bien. Busca tu camino entre las palabras y síguelo.
Me encantaría comprar algún día una antología de tus cuentos, leerla y decir con este pedazo de escritor he jugado a literati.
Te deseo lo mejor siempre. No te definas en el hiperrealismo, busca más corrientes aunque la caracterices con tu propio estilo.
Espero en adelante leer más de tus cuentos.
Bueno y acá una pequeña muestra de mis escritos (ya te dije que me gusta la prosa poética)

Sus ojos...

Sus ojos son dos mariposas negras posadas sobre la rama de la nariz.

Una frente a la otra, como una pareja de novios inseparables soñando su porvenir.
Soñando... Un sueño risueño, en el que las mariposas juegan a perseguirse
mientras vuelan haciendo acrobacias aéreas.

Odalyna

Y las olas andan y van.. y vienen... y dejan un rumor como de sal sobre mi alma al pasar.

Bueno amix espero que te guste. Luego te veo si entras a jugar y charlamos un rato. Ten un precioso día (ya que creo que allá duermes a estas horas),en este caso tambien bellos sueños como el de mis mariposas, jejeje